Desafíos, falsas soluciones, exigencias y valores para construir la vida familiar hoy en día

Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.¹

Las transformaciones que necesitan nuestra sociedad y nuestra Iglesia solo las llevarán a cabo sujetos responsables, competentes y comprometidos en procesos exigentes y cuyos resultados solo se alcanzarán a largo plazo. ¿Dé dónde saldrán esos sujetos? ¡De familias sanas y dichosas!

Todos lo sabemos: si queremos que haya ríos en nuestros países, hemos de reforestar las montañas. Si queremos agua, hay que sembrar árboles; si queremos una sociedad dichosa, hay que sembrar familias felices.

¿Qué desafíos enfrentan las familias hoy en día?  
Examinemos la mujer, las parejas, la sociedad y los jóvenes.

La mujer madre y esposa vive recargada. Nuestra sociedad y sus costumbres,  tanto anglosajonas como hispanas, esperan de la mujer que lo resuelva todo. Con frecuencia, luego de una separación, la mujer ha quedado sola. Toca con dos manos en el piano de la vida una pieza complicada para cuatro manos. 

Nuestra sociedad no considera a la mujer un sujeto tan válido como el hombre. A la hora de reconocer su labor, se la minusvalora.

Donde existe la pareja, notamos que con frecuencia existe poca comunicación entre los esposos. Hay poco tiempo para interactuar y las exigencias laborales tienden a aumentar su demanda de tiempo.

Las sociedades actuales se mueven por criterios falsos que confunden la felicidad con la irresponsabilidad individualista, el consumismo, el egoísmo, la búsqueda del bienestar y las expectativas inmaduras e irrealistas.  

¹ Estas reflexiones no son más que la sistematización de mi experiencias y aprendizajes durante los años que van del 1995 al 2021, durante los cuales acompañé a comunidades de matrimonios y parejas de novios que caminaban hacia el matrimonio. Como dijo uno de los matrimonios: «Padre, usted está en deuda con nosotros. Pues nosotros los matrimonios hemos hecho de usted un mejor cura». Dijo una gran verdad. He ido aprendiendo con gran alegría que también para mí el matrimonio es un sacramento a través del cual el Señor me comunica y realiza en mí la Buena Noticia de su salvación.

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Para muchos jóvenes, el hogar ­centro de la vida familiar­ es una especie de aeropuerto para echar gasolina, cambiarse de ropa y comer algo. No tienen tiempo para más. 

El impacto de la cultura actual.
La cultura actual erosiona la vida familiar con su superficialidad, hedonismo, su «sálvese quien pueda» y la indiferencia. Los tentáculos del inmediatismo utilitarista y salvaje nos aprisionan. Las exigencias de la vida profesional nos fragmentan. Cada 24 horas todos asumimos varios roles exigentes, a veces contradictorios. 

Las polarizaciones de la sociedad generan inseguridad a todos los niveles. Nos da miedo hasta cruzar un semáforo en verde. En la madrugada, una luz verde debe ser leída como luz «ver de», para cuidarnos, ver de qué lado viene el loco. 

Hemos desesperado de poder resolver las grandes cuestiones de la vida social. Nos sentimos impotentes para incidir en las graves cuestiones nacionales. Lo complicado de la vida nos brinda otros motivos para caer en una pasividad resignada. El mercado, que se enseñorea de todo, desvaloriza los compromisos, la vida y las relaciones personales. 

En la actualidad, muchas personas huyen de los compromisos a largo plazo y la familia es un compromiso de por vida.

Examinemos las falsas soluciones a estos desafíos reales.
Ante situaciones y conflictos familiares angustiantes, muchas parejas recurren a soluciones falsas. Por ejemplo, piensan que endureciendo las normas y las sanciones por su incumplimiento regularan conductas que desaprueban o son causas de problemas. 

Una falsa solución frecuente, es recurrir al autoritarismo, muchas veces por parte de la figura paterna. Ante una situación conflictiva, es frecuente escuchar: «En esta casa mando yo; mientras usted esté bajo mi techo, usted vivirá como yo diga». 

Muchos autoritarismos recurren a la violencia verbal, a la descalificación personal sin apelación e incluso a la agresión física. No gana mucho quien gana un pleito, pero pierde una hija o un hijo en el proceso. A la larga y a la corta, es mejor tener hijo que tener razón. 

Hay quien se limita a repetir respuestas ya conocidas por inoperantes.   

Abundan las personas que recurren a la solución del «avestruz», reducen todos sus esfuerzos a meter su cabeza en un hoyo, creyendo que ignorando los problemas de alguna forma desaparecerán.  

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Finalmente, no faltan los que ilusionan con soluciones mágicas que tienen resultados sorprendentes con poco esfuerzo, como esas dietas estelares que nos aseguran enflaquecer diez libras mientras dormimos. 

Las exigencias realistas
Los desafíos y conflictos de toda vida familiar se enfrentan con fruto cuando asumimos una sana cuota de realismo. Empieza a ser realista, quien acepta que todo amor verdadero pasa por la muerte de las renuncias. Una vida familiar dichosa se apoya en muchas renuncias, pero hay tres que conviene mencionar. Primero, la renuncia a una vida de pareja sin tiempo para los hijos, sabiendo que no necesariamente los más pequeños son los más exigentes. Segundo, renunciar a la competencia entre los esposos, de cualquier naturaleza que sea: poder o cariño de los hijos. Y tercero, renunciar a los gastos innecesarios y los lujos tontos, fuente de presiones y tensiones económicas innecesarias sobre la familia. 


Características de los matrimonios maduros
¿Cuáles son las características de los matrimonios que maduran hacia una vida armoniosa donde se pueden enfrentar los problemas? Maduran los matrimonios que se comunican. Eso quiere decir, que realizan los aprendizajes sobre los modos, momentos y tópicos vitales de la comunicación. 


Crecen en madurez los matrimonios que se analizan y evalúan, los cónyuges que se escuchan mutuamente, aunque no sea de su agrado lo que oyen.  Nadie da un viaje largo sin revisar los aspectos cruciales de su vehículo: aceite, frenos, dirección, gomas, etc. ¡Y hay parejas que llevan muchos kilómetros de viaje sin ninguna revisión, un «tune up»! Se quejan de un ruido extraño y hace rato se les desprendió el radiador, ignoran que lo arrastran por la carretera y tienen dos gomas ponchadas.   Alcanzan un nivel extraordinario de sabiduría las parejas que se convierten en socios, comparten tareas, escogen sus amigos, planifican sus descansos, asegurándose de los hijos participen en lo que se decide. Ya gozan de gran madurez las parejas que pueden volver a comenzar muchas veces, sin muchas ceremonias, el camino del perdón, la escucha y la responsabilidad. 

Las oportunidades
Viviendo hasta el fondo las exigencias surgen las oportunidades.   


Buscar ayuda profesional para la vida familiar es darte una oportunidad. No busques ayuda para que otro u otra te viva la vida, sino para ir colocando mejor las piezas del rompecabezas.

 Ese malestar que sientes en la vida es también una oportunidad, es un gran amigo. Quiere decir, que hay algo que esperas y no está llegando, que hay algo que no funciona.  Atrévete a aceptar esa insatisfacción interna y a buscar soluciones con honradez y humildad. En esas búsquedas surgen muchas oportunidades. Responsabilízate de tus malestares, ellos son puertas hacia una vida diferente. ¡Ábrelas!

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Date la oportunidad de aprender a comunicarte exitosamente. La comunicación es la puerta a la relación sana y satisfactoria. Ella tiene tres exigencias: primero, comunicarte en profundidad haciéndote vulnerable. Las comunicaciones valiosas ocurren con la guardia baja. Comunicante sinceramente, te podrán herir, pero algo de ti habrá llegado a la otra persona. Segundo, comunícate para asumir los riesgos que conlleva todo lo que nace de la comunicación entre adultos. Tercero, toda comunicación verdadera conlleva una llamada hacia los cambios, las adaptaciones y los nuevos aprendizajes. 

Surgen muchas oportunidades cuando dialogamos. Dialogar quiere decir, también, comunicar sentimientos con espontaneidad, renunciar a defendernos cuando nos evalúen. Nos damos una gran oportunidad cuando nos atrevemos a aprender de otros que enfrentan mejor que nosotros nuestros mismos retos.

Oportunidades para las parejas y familias que nacen del sentido común
Equilibra tu trabajo con el descanso. Quien afirma que la vida no le da tiempo para hacer ejercicios de gratis, la vida le sorprende regalándole varios días en un hospital, tranquilito con el suero puesto, sin ni siquiera poder agarrar el libro que no tuvo tiempo de leer y quedando endeudado por varios meses. 

Revisa tus metas. Las metas irrealistas no solo dañarán tu vida sino las de todos los que vivan cerca. Nada más cerca de «mata» que «meta».

No vivas para acumular, comparte tiempo y recursos con personas que jamás podrán pagarte. Mira esa acción como una siembra y una inversión rentabilísima en el banco de la vida. 

Una oportunidad que merece un sito aparte: descubrir el sentido de la vida
Construir una familia sana es una ruta difícil. Solo alcanzan la meta aquellas parejas que se apoyan en algo mayor que ellas mismas, eso que llamamos el sentido de la vida.

Si nunca te has preguntado qué quieres en la vida y a dónde quieres llegar, ¡ya llegaste! Pero no necesariamente así serás feliz. 

Nos azota la superficialidad, pero sin profundidad interior nos faltará la fortaleza para caminar de noche y esperar los amaneceres que tardan en llegar. Cultiva tu interior. Descubre qué quiere vivir en ti. Conéctate con tus creencias y convicciones en las que fundamentas tu vida y tus esperanzas. 

Revisa las referencias y las estrellas que orientan la marcha de tu vida. Escoge las referencias que dan vida y te construyen.

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Si eres cristiano, cristiana, busca al Señor y sus caminos. Verás que sencillamente Él no es solo la respuesta, es mejor que todas las respuestas que esperamos. También te cuestionará y te obligará a revisar tus presupuestos, valores, prioridades y seguridades. Y si tienes que construir una vida diferente, en Él encontrarás las fuerzas, los materiales y hasta otros hermanos constructores. 

Descubre las comunidades de matrimonios. Son grupos donde se comparte, se ora, se crece en formación y los integrantes aprenden unos de otros a vivir vidas más llenas de sentido abiertas al servicio.  

Puede que te resulte provechoso militar en alguna asociación que trabaje por construir una sociedad diferente. Según sus intereses y capacidades, tú y tu cónyuge pueden escoger la organización. Hay un crecimiento que solamente lo recibimos cuando damos sin esperar recompensa y ponemos la vida y el tiempo detrás de lo que creemos.

Resumiendo todo con otras palabras
Si están dispuestos a construir una familia más dichosa, les espera una larga ruta. Tal vez ahora solo se vea un desierto, pero el corazón iluminado ya puede entrever en el horizonte el fin del desierto y la tierra fértil. 


Recuerden que la felicidad no es asunto de cantidad, sino de la calidad en la comunicación y la comunión de originalidades, lo que más llena de sentido cualquier vida. Estamos hechos para la entrega y tocamos ya la meta desde que iniciamos el camino de valorar a la otra persona tal y como es. Las personas queridas tal y como son, acaban siendo tal y como son queridas. 

No importa lo que vivas, siempre se puede agradecer, acoger y discernir lo que vivimos. De estas tareas se ocupan las personas convencidas de que necesitan más amor del que merecen.  

Pensando en sus hijos, el premio nobel Juan Ramón Jiménez quería dejarles como legado alas y raíces, pero «alas que arraiguen y raíces que vuelen». 

¡Ánimo! No necesitan inventar el sol, les bastará abrir sus ventanas.