Dr. Luis Fernández Rocha, leyenda ejemplar de Cuba y el exilio

Por Juan Manuel Salvat 

Yo no soy escritor, pero necesitaba escribir sobre un hermano de luchas e ideales que falleció en Miami el pasado 19 de enero. Esperamos que próximamente se pueda publicar una historia del Directorio Revolucio­nario Estudiantil (DRE) que está escribiendo el historiador Javier Figueroa, para que todos estos recuerdos queden a la disposición de todos y especialmente para los futuros cubanos que quieran entender lo que pasó en nuestra Patria y el valiente sacrificio de muchísimos cubanos.

Luis Fernández-Rocha nació en La Habana el 3 de mayo de 1939 de ascendencia mayormente gallega. Siempre le recordábamos que en un viaje a Galicia salieron sus parientes y lo llamaban, Luisiño. 

Conocí a Luis cuando llegué a estudiar a La Habana en 1957. En Sagua la Grande, desde 1952, habíamos fundado la Agrupación Católica de Sagua. Así, al llegar a la capital de Cuba, fui a vivir a la Residencia de San Miguel y Mazón de la Agrupación Católica Universitaria. Y allí conocí a Luis que venía de haberse graduado del colegio Belén de los jesuitas en 1956.

El patio interior de la ACU, con árboles frondosos y canto de cientos de pájaros, era un centro de ebullición, especialmente los sábados y domingos. Estudiantes y profesionales se unían en grupos para conversar sobre temas importantes y también hacer chistes para pasar un buen rato y profundizar la fraternidad, esencial en aquella organización religiosa. Pero también durante la semana había agrupados entrando y saliendo. Lo primero la visita al Santísimo, en una capilla a la entrada del edificio. Después nos sentábamos a conversar y en esos diálogos, casuales y a veces tocando temas profundos, íbamos profundizando nuestra formación. Y claro, el momento culminante del año eran los Ejercicios Espirituales que dirigía el director de la ACU, P. Amando Llorente, S.J., auxiliado muchas veces por el P. Francisco Barbeito, S.J. La espiritualidad ignaciana fue una experiencia única en nuestra Casa Pio XII. Muchos, como Luis y yo, llevábamos años, por distintos caminos, viviendo esos días de recogimiento espiritual, discernimiento de vida, con una mirada seria y tranquila de la vida de Jesús, nuestro  Jefe y Maestro. En Pio XII logramos una mayor profundidad, entender nuestra vocación en la vida, jurar fidelidad al Amor de Jesús para toda nuestras existencia terrenal. Parece sencillo, pero era realmente una entrega que libremente, racionalmente, hacíamos. Y para esos muchachos de 17 a 19 años era algo esencial, que se sentía, se vivía, se quería... hombres consagrados al servicio de María, nuestra madre y de su hijo, Jesús, nuestro padre y hermano. Esa entrega hizo que años más tarde, frente al paredón de fusilamiento castrista, muchos mártires de la libertad murieran gritando ¡Viva Cristo Rey!, como Virgilio Campanería y Alberto Tapia Ruano, Rogelio González Corzo, Manolín Guillot y muchos otros.

En esos pasillos de la ACU, patio, casa de Retiro, se fue forjando nuestra amistad y sería para siempre. Luis resaltaba entre todos por su clara inteligencia, tremenda memoria y simpatía. En diciembre de 1958 terminamos nuestra etapa de aspirantes y pasamos, junto a muchos otros compañeros, a congregantes, con un voto de fidelidad a nuestra Madre María y a Jesús... para siempre.

 

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El primero de enero de 1959 huye el dictador Fulgencio Batista de Cuba y toman el poder los revolucionarios que siguen a Fidel Castro. Lo hicieron engañando a todo el pueblo cubano con promesas de próximas elecciones, libertad y democracia. El mismo Castro explicó que hubo que hacerlo así, pues de otra manera no hubiesen podido lograr el control totalitario que encadenó las libertades cubanas por más de 60 años. Entonces se distinguió la figura de Fernández-Rocha en la Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana, donde estudiaba. En las elecciones universitarias de 1959, que el gobierno de Castro quiso impedir y no pudo, salió electo Luis como delegado de su curso de Medicina. En casi todas las escuelas universitarias los nuevos líderes estudiantiles, de inspiración cristiana y libertaria, fueron elegidos a la FEU. Se publicaban periódicos como Trinchera, Manicato, Aldabonazos, se trataba de mantener el espíritu rebelde de los estudiantes en defensa de la libertad, que ya se sentía amenazada por el personalismo del caudillo con ansias de poder total. Luis estuvo también en la organiza­ción de la manifestación de protesta en el Parque Central de La Habana el 5 de febrero de 1960, cuando el viceprimer ministro de la Unión Soviética, Anastas Mikoyan, quien había dirigido la matanza de libertarios húngaros, quiso poner una corona de flores en forma de hoz y martillo en la estatua del apóstol José Martí. La policía y grupos comunistas atacaron esa manifestación pacífica que buscaba limpiar la ofensa a Martí con flores en forma y color de bandera cubana. Pero esa protesta significó mucho como inicio de una oposición organizada contra el intento de comunizar a Cuba y siguiendo la tradición estudiantil y mambisa de la juventud cubana.

Entonces comenzó la lucha que nunca terminaría para nosotros. Impedir que se implantara un gobierno totalitario comunista, defender la libertad con todas nuestras fuerzas, restablecer la democracia en suelo cubano, fueron las razones. Nuestra fe cristiana nos daba la fuerza y el sentido. Luis Fernández Rocha y otros amigos se reunieron para organizar al estudiantado. Ese fue el germen del nuevo Directorio Revolucionario Estudiantil (DRE). Una vez más la Patria llamaba a sus universitarios a la lucha y al sacrificio personal.

El régimen castrista reaccionó. Había que expulsar a esos ¨revolto­sos¨ e impedir se organizaran una oposición universitaria al régimen. Y en una manifestación en la Plaza Cadenas, preparada con grupos de acción de los comunistas, decretaron la expulsión de los dirigentes estudiantiles. Luego le tocaría el turno a los profesores que no aceptaran al régimen comunista que se imponía. La toma de la Universidad fue total, la autonomía pisoteada, al Alma Mater se le secaron las lágrimas para siempre.

Algunos dirigentes como Muller, Fernández-Travieso, Salvat, tuvieron que asilarse en embajadas y salir de Cuba con la promesa del regreso. Luis Fernández-Rocha permaneció en Cuba junto a Bernabé Peña, José Guerra (Cheo) y muchos otros. Recorrió las seis provincias organizan­do al estudiantado, sembrando la raíz de un movimiento estudiantil fuerte, capaz de la insurrección frente al enemigo pro-soviético. Realizaron acciones importantes como la toma de una estación de Radio, siguiendo así la tradición del dirigente estudiantil José Antonio Echeverría.

Siempre recordaré una reunión clandestina en la Universidad de Villanueva en diciembre de 1960. Allí nos reunimos todos de nuevo y se decidió que Luis Fernández-Rocha y Alberto Muller serían los Secretarios Generales del DRE, se dividieron las tareas y se comenzó a luchar como nunca antes. Si mal no recuerdo en aquella reunión estuvieron Luis Fernández-Rocha, Alberto Muller, Isidro Borja, Roberto Borbolla, José María de Lasa, Luis Boza quien redactaría el ideario del DREC, Bernabé Peña, Miguel García-Armengol, General Fatjó, Fausto Álvarez, y otros.

Una exitosa huelga estudiantil en febrero de 1961, con la consigna: ¨Caigan los libros hasta que caiga el tirano¨ puso en jaque al régimen, las acciones de sabotaje de torres eléctricas, la preparación de un alzamiento de estudiantes y campesinos en la Sierra Maestra, la organización del ¨Ejército Clandestino¨ con la idea de tomar puntos estratégicos en La Habana y otras ciudades de Cuba, al momento de llegar la preparada invasión de la Brigada 2506. En muchas casas de La Habana se escuchaba en el audio de la televisión las voces del DRE llamando a la lucha por la Patria libre. Se había logrado esto por unos aparatos que inventó Mario Albert. Años más tarde, en 1961 y 1962 esos aparatos se llevaban en barcos que se acercaban a la Isla, para continuar dando noticias sobre la verdad de Cuba.

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¿Qué nos faltó? Podemos estar orgullosos del trabajo realizado, del sacrificio de muchísimos hermanos de lucha. Pero el castrismo había recibido ayuda de la internacional comunista para lograr todo el poder, había logrado ayuda militar y económica de la Unión Soviética, destruía un país en desarrollo y encadenaba al servilismo a todo un pueblo, que antes había sido mambí. Pero la debilidad de las democracias es el desinterés en preservar la libertad cuando es amenazada por usurpadores. El gobierno norteamericano prometió ayudas que nunca realmente materializó. No le llegaron las armas necesarias al clandestinaje y no pudieron realizarse los alzamientos planeados en ciudades, suspendieron los ataques a la aviación castrista dejando sin control del aire a los combatientes de Girón. Para paralizar cualquier intento de rebeldía muchos miles de cubanos fueron encarcelados en improvisados lugares en todas las ciudades importantes de Cuba. Se paralizó la vida en aquel abril de 1961 y se condenó a Cuba y después a otros países de América a sufrir el mismo paso de destrucción, hambruna, injusticia, esclavitud y exilio. Un poco de solidaridad democráti­ca por parte de la poderosa Unión Norteamericana o de países democráticos de América podían haber evitado estos 60 años de lepra política.

Las fuerzas del clandestinaje se fueron agotando. La mayoría fueron encarcelados o lograron salir del país. Luis Fernández-Rocha, perseguido, se tuvo que asilar en la embajada de Venezuela. Llegado a Miami reorganiza el DRE y continúa dirigiéndolo.  En casi todas las capitales de América Latina había una delegación del DRE. También en las más importantes ciudades de Estados Unidos. Por esa razón fue posible organizar actividades de protesta y denuncia para defender los derechos humanos de los cubanos e impedir muchos fusilamientos.

Juanín Pereira Varela, que había asumido la dirección del DRE en Cuba, fue asesinado esperando a un amigo que se infiltraría por Pinar del Río. Y se le pidió a Luis un nuevo sacrificio, ya casado con Alicia Machado, esperando su primera hija, que volviera a Cuba infiltrado para reorganizar al DRE.  No era muy razonable la idea, pero lo hizo, desembarcando clandestinamente por Varadero, el 20 de mayo de 1962 en el bote Juanín, del Directorio. Recuerdo que Bernabé nos contaba que dejaron a Luis y a Julio Hernández-Rojo en la playa y que en el barco los apuraban pues decían había un bote castrista cerca. Y Berni les respondió que Luis y Julio tenían a medio millón de milicianos enfrente y que debían asegurarse de que habían llegado bien. 

Pasó Luis meses en la Isla trabajando para organizar una resistencia, ya casi imposible por falta de recursos. No he conocido mayor espíritu de sacrificio y gallarda valentía. Esa reorganización que logró hizo posible que recibiéramos en el exilio la denuncia de que estaban instalando cohetes nucleares en la Isla y que pudiéramos denunciarlo, después del ataque que realizamos contra un grupo de militares soviéticos de fiesta en el antiguo hotel Rosita de Hornedo el 24 de agosto de 1962. Esto mucho antes de que la inteligencia norteamericana los detectara para hacer estallar la Crisis de Octubre.

Luis logró regresar a Miami, después de varios intentos fallidos en el Juanín. Al poco tiempo, con una familia en aumento y sabiendo que todas las vías de lucha estaban cerradas, decidió, durante unos Ejercicios Espirituales, como era la costumbre de aquel grupo de jóvenes, y decidió reiniciar sus estudios de Medicina. Terminó su carrera para comenzar una exitosa práctica de Ginecología y Obstetricia.  Miles de niños llegaron al mundo en las manos del Dr. Fernández-Rocha. Mi último hijo, Miguel Ángel, entre ellos.

La ACU en Miami siguió siendo un punto de reunión, de Retiros Espirituales todos los años, de formación, de acción social. También en los Grupos de Oración. La amistad y el cariño siempre sólidos. Dimos muchos viajes a distintos países juntos. Recuerdo que en Estambul tuve un bache fuerte de salud y allí estuvo Luis junto a mi esposa y a mí en la ambulancia que me llevaba al hospital. Entonces llegó el momento en que planeó jubilarse de su profesión, pero para seguir ayudando en clínicas de la Iglesia, de la Liga contra el Cáncer y otras. Hasta que un derrame cerebral limitó sus actividades. Todavía tuvo ánimos para trabajar en la publicación de la revista El Ignaciano del Instituto Jesuita Pedro Arrupe. Hay una foto de Luis con su hijo y nietos, todos graduados del Colegio de Belén, enseñando su anillo de graduados. Estos fueron momentos felices y de sano orgullo. Y ver a sus hijas e hijos casados, y asistir a las bodas de las nietas y a la llegada de los bisnietos. Finalizando el año 2020 se reunió toda la familia en una casa enorme en Orlando. Fueron momentos de felicidad. Dios había probado y disfrutado la fidelidad de Luis durante toda su vida. Ahora lo llamaba a formar parte, por toda la eternidad, de la Iglesia triunfante. Y allí está mi hermano Luisiño, esposo, padre, abuelo, bisabuelo, ejemplo de nuestra generación, orgullo de su Patria, una leyenda ejemplar del exilio cubano. AMDG.

* Juan Manuel Salvat, Presidente de Ediciones Universal; Director Emeritus de El Ignaciano. 

* Juan Manuel Salvat, Presidente de Ediciones Universal; Director Emeritus de El Ignaciano.