Nota del editor

Es a San Ignacio de Loyola, a su vida, a su espiritualidad y a su obra que, en este año en que se cumple el quinto centenario de su conversión, dedicamos este número del Ignaciano y todos los artículos van encaminados a iluminarlo y a celebrarlo.

A nivel personal me alegro qué sea así porque es a San Ignacio y a su espiritualidad a quién debo el sentido de mi vida y la razón por la que acepté con gusto y agradecimiento la petición que hace cuatro años me hizo el Instituto Jesuita Pedro Arrupe de dirigir y editar esta revista que lleva el nombre de Ignacio. Este servicio comenzó hace cuatro años con el número 2, volumen I de la revista y concluye con este número 4, volumen IV.  Razones de salud me fuerzan a abandonar la dirección y edición de la revista, pero no a abandonar mi participación en su Junta Editorial ni mi conexión espiritual con la misma.  Me va a substituir en estas labores Sixto J. García quien ha sido un gran colaborador de la revista durante los últimos cuatro años. Estoy seguro qué el Profesor García continuará la trayectoria de la revista y, aun mas, la mejorará. 

Agradezco al Señor el privilegio de haber podido servir como director y editor de EL Ignaciano estos últimos cuatro años. Todo servicio es a su mayor gloria.

José Antonio Solís-Silva
Director/Editor