Alberto García, S.J.*
San Ignacio quiso dejarnos en su autobiografía un itinerario de cómo Dios lo había ido guiando. Como un maestro de escuela acompaña a un niño pequeño. Ignacio se consideró necesitado de permanente guía de parte de Dios.
Es en ese mismo espíritu que nos acercamos a este documento. Ignacio cedió a la presión de sus primeros compañeros para contarle a su secretario el modo en que Dios lo fue guiando. Su esperanza era que los jesuitas pudieran hacer el mismo recorrido en sus propias vidas. No repitiendo el camino de Ignacio. Cada persona hace su camino en historias únicas.
En la Autobiografía, Ignacio se llama a sí mismo el “peregrino”. La peregrinación fue una constante en la vida de Ignacio. No solamente en un sentido físico, geográfico, aunque al leer la Autobiografía nos impresiona su movimiento de un lugar a otro. Después de salir de su convalescencia en Loyola, Ignacio visitó santuarios marianos. Pasó un tiempo largo en Manresa antes de hacer su más importante peregrinación, el viaje a Tierra Santa, donde esperaba poder vivir allí, imitando la vida de Jesús en sus lugares. Al no poder realizar ese deseo, Ignacio continúa su peregrinación por Europa. Se convierte en estudiante como la manera de poder “ayudar a las almas” compartiendo con las personas su experiencia espiritual. Lo vemos en Barcelona estudiando los rudimentos del latín, en Salamance, Alcalá y finalmente en París estudiando teología en camino a su ordenación sacerdotal.
Después de la ordenación sacerdotal, Igncio demora su primera misa esperando poder celebrarla en la Tierra Santa. Su peregrinación espiritual ahora incluye al grupo de compañeros que se convertirá en la Compañía de Jesús. Comienza entonces una última etapa en su camino, el proceso de fundar y gobernar la naciente Compañía de Jesús.
Hasta ahí una apretada síntesis del itinerario de Ignacio como aparece en la Autobiografía. ¿Qué nos dice este documento con referencia a nuestro propio camino espiritual?
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Primera aproximación 1: “Genio y figura hasta la sepultura”
La conversión no va a cambiar fundamentalmente el modo de ser de Ignacio. La gracia va a trabajar sobre su naturaleza. Nos acercamos al comienzo de ese proceso.
Vemos a Ignacio confinado a un reposo obligado mientras se van sanando las heridas recibidas en Pamplona. Su proyecto original de ser un caballero haciendo grandes hazañas para su rey y para la dama de sus sueños ha sido destrozado. No solamente fue la pierna quebrada sino todo su proyecto el que ha quedado hecho Este año lo dedicamos a considerar el proceso de conversión de Ignacio y su capacidad de ver todas las cosas nuevas.
Para vencer el aburrimiento, Ignacio pide a sus familiares que le consigan libros para leer. Su lectura favorita era la de las novelas de caballería. Ese deseo no es complacido. O no aparecían esos libros en Loyola o sus familiares no quisieron seguir alimentando los sueños del caballero convaleciente. Le dan a leer libros piadosos. Las vidas de los santos y la Vita Christi. Sin otra alternativa, Ignacio empieza a leer estos libros. Al leer las vidas de los santos, Ignacio se ve en la imaginación compitiendo con ellos. La competencia es externa. Es hacer las penitencias que ellos hicieron y todavía mayores. La lectura de las vidas de los santos y de la vida de Jesús llena a Ignacio de alegría.
Primera aproximación 2: “Buscando a Dios sin saber bien cómo: no es lo mismo ni es igual”.
Cuando se cansa de la lectura, Ignacio se entretiene pasando en su mente los recuerdos de las novelas de caballería. Este ejercicio también lo complace mucho. Se pasa horas extasiado recordando.
Ignacio se da cuenta de una diferencia: aunque se alegra mucho con la lectura de los santos y con el recuerdo de las novelas, descubre que después de imaginar las novelas se queda desabrido. Pero después de la lectura de los santos, el contentamiento dura un largo tiempo. Esta constatación es la primera lección que Dios le da a su nuevo estudiante. El se maravilla de esta variación. Descubre que hay diferentes clases de consolación. La de las novelas de caballería es más superficial. La de las vidas de los santos toca dimensiones muy hondas en el corazón de Ignacio.
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Volviendo a nuestra autobiografía. Podemos preguntarnos cuáles han sido las consolaciones que han tenido mayor resonancia en el corazón. Hay consolaciones más epidérmicas y otras que nos han hablado más profundamente.
En la experiencia de los Ejercicios Espirituales, San Ignacio nos ofrece pistas de discernimiento que tienen su origen en su propia experiencia de Loyola. Para distinguir entre las diferentes clases de consolación, se nos propone examinar el proceso de los pensamientos y sobre todo ver a dónde me lleva la consolación.
Segunda aproximación 1: Manresa: ¿Qué es esta vida nueva?
El primer propósito de Ignacio era pasar unos días en Manresa aislado en una cueva, viviendo como ermitaño. Haciendo muchas penitencias en imitación de los santos. En Manresa hace otro aprendizaje que lo confunde. En Loyola, la consideración de las vidas de los santos y de Cristo le llenaba de consolación.
Ahora, en Manresa, va a experimentar la alternación de consolaciones y desolaciones cuando está en oración y volviendo a la lectura de los libros piadosos.
Segunda aproximación 2: ¿Quién podrá socorrernos?
Otra poderosa lección: Ignacio experimenta un nuevo estilo de desolación. La batalla con los escrúpulos. Atormentado por los escrúpulos, la angustia de no saber si ha hecho buenas confesiones, Ignacio llega a un estado límite de depresión que lo lleva incluso a contemplar la posibilidad de suicidarse.
Como un saludable recordatorio de que no todas las personas que buscamos para ayuda espiritual son necesariamente confiables, Ignacio tuvo que enfrentarse a confesores bien intencionados pero mal formados. Un confesor le dice que solamente tiene que confesar lo que esté absolutamente claro en su mente. Para un escrupuloso, todo está absolutamente claro. El único remedio para el escrúpulo es la prohibición firme del confesor de no permitir ni una sola confesión de parte del escrupuloso.
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Tercera aproximación 1: El Cardoner: “todas las cosas nuevas”
Al recorrer todas las experiencias espirituales en su peregrinación, Ignacio destaca la ilustración recibida a orillas del río Cardonar, cerca de la cueva de Manresa. Ignacio no habla de una visión sino de una extraordinaria claridad en su entendimiento. “Entendiendo y conociendo muchas cosas, tanto de cosas espirituales como de cosas de la fe y de letras, y esto con una ilustración tan grande que le parecían todas las cosas nuevas. Y no se puede declarar los particulares que entendió entonces, aunque fueron muchos, sino que recibió una grande claridad en el entendimiento, de manera que en todo el discurso de su vida, hasta pasados sesenta y dos años, coligiendo todas cuantas ayudas haya tenido de Dios, y todas cuantas cosas ha sabido, aunque las ayunte todas en uno, no le parece haber alcanzado tanto como de aquella vez sola” (Autobiografía 30).
Si San Ignacio fuera cubano, se podría leer esa afirmación como una exageración mayúscula. Pero si algo caracteriza a Ignacio, el vasco, es la sobriedad de sus afirmaciones espirituales.
Tercera aproximación 2: Encontrar a Dios en todas las cosas
En nuestro propio camino de fe nos surgen muchas veces dudas en cuanto a la relación de la ciencia y la fe. A veces las dudas provienen de una mala comprensión de lo que se le puede pedir a la ciencia y lo que se le puede pedir a la fe.
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La experiencia de Ignacio está a la raíz de una dimensión clave de la espiritualidad propia de la Compañía de Jesús. A lo largo de los siglos vemos a jesuitas destacarse tanto en las ciencias religiosas como en las ciencias “profanas”. Jesuitas matemáticos, astrónomos, biólogos, químicos…. No hay prácticamente ningún área del quehacer intelectual humano donde no podemos encontrar jesuitas presentes. En las reducciones del Paraguay, los jesuitas entrenaron a los indios en tácticas de guerra para defenderse de los mercenarios españoles y portugueses. Hay un grupo de jesuitas estadounidenses que han formado un grupo de payasos que hacen demostraciones al aire libre en las plazas de las grandes ciudades aprovechando el tiempo de almuerzo de las oficinas. Tuve la oportunidad de participar de una eucaristía animada por estos payasos. Una experiencia inolvidable.
La experiencia del Cardoner le ayudó a Ignacio no sólo a ver todas las cosas nuevas. También le permitió crecer en familiaridad con Dios, en encontrar a Dios en todas las cosas. Le ayudó a encontrar a Dios en la contemplación y también en la acción por el Reino de Dios.
En los Ejercicios Espirituales, Ignacio le dio forma de oración a esta gran intuición del Cardoner. En la Contemplación para alcanzar amor, Ignacio nos ofrece un manual de entrenamiento para contemplar en profundidad la vida ordinaria. Recordamos brevemente los cuatro puntos de la Contemplación precedidos de las dos observaciones de sentido común: el amor hay que ponerlo más en las obras que en las palabras y que el amor consiste en comunicación de los seres que se quieren.
El primer punto es el inventario de los bienes recibidos, agrupados en tres categorías: los beneficios recibidos por la creación, los que vienen de nuestras diferentes historias de salvación y los beneficios particulares, los detalles del cariño que Dios nos manifiesta en nuestra historia personal de salvación.
El segundo punto es contemplar a Dios presente en sus regalos.
El tercer punto es muy típico de la espiritualidad ignaciana: contemplar a Dios que trabaja por nosotros y con nosotros.
El cuarto punto es una mirada mística: ver cómo todas las cosas tienen en Dios su fuente. Dios presente en lo que nos une y en lo que nos hace diferentes.
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Conclusión
Podemos leer la Autobiografía como un documento histórico, interesante por la información biográfica que nos da de San Ignacio, en sus mismas palabras. Esta es una lectura provechosa.
Pero hay otro acercamiento a la Autobiografía que es el que estamos tratando de proponer. Vernos retratados en los procesos de peregrinación que hizo Ignacio guiado de la mano por Dios y volver desde ahí a ver nuestra propia vida en otra óptica. Reconocer también las mil maneras en que Dios se nos ha hecho presente a través de personas, acontecimientos, lugares. Reconocer los puntos clave donde nuestra vida ha tomado nuevos rumbos ante nuevas propuestas de Dios
Es una peregrinación que necesitamos hacer en compañía de personas que puedan caminar a nuestro lado. Todas las personas necesitamos acompañantes en nuestro camino de fe.
*Alberto García, S.J. Is Superior of the Miami section of the Antilles Province of the Society of Jesus. Counselor of the Faculty and the maintenance staff at Belen Jesuit Preparatory School.