TRUMP-BIDEN 2020
Unas Elecciones de Especial Importancia.
Por Joaquín Pérez*
Un grave problema que afecta a muchos analistas electorales es que creen saber lo que ocurrirá en el futuro. Pero algunas veces los números y los eventos son interpretados incorrectamente y los resultados sorprenden.
Algo así sucedió en las elecciones de Estados Unidos en el 2016. Todas las encuestas daban como ganadora a Hillary Clinton. De hecho, fue ella la ganadora del ¨voto popular¨, es decir, en número total de votos. Pero dado que el sistema electoral federal de este país es atípico, en realidad es una elección de segundo grado, es decir, una elección por voto indirecto, los pronósticos se fueron a pique y Donald Trump resultó el ganador.
Lo atípico del sistema electoral estadounidense consiste en que el pueblo, los ciudadanos, no votan directamente por el candidato a la presidencia y vicepresidencia de la nación, sino que votan por delegados (electores) elegidos a nivel estatal que integran un llamado Colegio Electoral (Electoral College) quienes a su vez son los que eligen al presidente y vice-presidente. Un candidato puede tener un mayor número de votos populares (pasó en la elección de Bush contra Al Gore y en la elección de Trump contra Hillary Clinton), pero si el otro candidato recibe el número mayor de votos en el Colegio Electoral este es el candidato que resulta elegido sin importar el resultado de la votación popular ciudadana.
En esta próxima elección, Donald Trump, candidato a la reelección por el partido Republicano, se enfrentará a Joe Biden, que es el retador por el partido Demócrata.
Cuando un estratega dirige una campaña, lo primero que cuida es el conocimiento que los votantes tengan de su candidato. El conocimiento debe ser abundante y bueno. Y eso lo van diciendo las encuestas. Analicemos un poco lo que nos dicen las encuestas y los números de la economía para poder tener una imagen clara del panorama electoral que se avecina. Donald Trump es altamente conocido pero su imagen no es buena. De los últimos cinco presidentes, ha sido el peor calificado por los ciudadanos en las encuestas en el tercer año de su primer gobierno, como pueden ver en este gráfico:
La empresa de la Quinnipiac University, muy reconocida en el mundo de las encuestas electorales, en su sondeo de abril de 2020 nos dice que su grado de aprobación está en un 41% y su grado de desaprobación en 52%. Esta medida, que suele ser un predictor del resultado electoral, lo que dice es que le cae mal a una mayoría de votantes potenciales. Que, en el dia de la encuesta, había un margen de 11 puntos en su contra, y que ese pudiera ser el resultado electoral si las cosas no cambiasen.
¿Cuál es la razón de estos malos números? Trataré de citar las causas.
- La polarización del país. Trump ha dividido este país en dos grupos radicalmente diferentes, como polos opuestos, los que lo apoyan y los que están en su contra. Esto queda fácilmente demostrado por los resultados de la encuesta que Gallup realizó el 18 de este mes de marzo. Allí se ve que el 91% de los republicanos lo apoya; de los demócratas, el 93% lo rechaza. Casi no hay indecisos en los partidos. Este resultado indica que hay una fuerte división política, porque el apoyo y el rechazo son muy altos, pero nos indica algo peor, que la polarización es tremenda y que no hay puentes de comunicación entre los partidos y partidarios del mundo político.
- Su incapacidad para rodearse de los mejores. Trump ha estado rodeado por gente ineficiente y cuestionable. La rotación de los principales miembros de su gobierno ha sido alta, como vemos en este gráfico.
EN TRES AÑOS |
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Posición |
Nombrados |
Jefe de Gabinete |
4 |
Sub Jefe de Gabinete |
5 |
Director de Comunicaciones |
6 |
Secretario de Prensa |
4 |
Asesor Nacional de Seguridad |
4 |
Sub Asesor Nacional de Seguridad |
5 |
De su núcleo de campaña, Roger Stone, Michael Cohen, Paul Manafort, Rick Gates, Michael Flynn, George Papadopoulos, Alex Van der Zwaan, Richard Pinedo y Sam Patten, están cumpliendo condenas o están a punto de entrar a la cárcel.
- Sus promesas de campaña incumplidas. Una de las promesas fundamentales de su campaña fue que haría crecer la economía a una tasa de un 4% anual. También prometió que crearía más empleos que ninguna administración precedente, que resolvería el problema de Corea del Norte como potencia nuclear, y que resolvería el problema de los inmigrantes construyendo, entre otras cosas, un gran muro en la frontera con México que sería pagado por los mexicanos.
-Veamos la tasa de crecimiento económico. En vez de crecer al 4% anual, como prometió, Estados Unidos ha crecido a promedio del 2.5%. Nunca ha llegado cerca del 5%. Desde el comienzo de la pandemia se ha contraído un 4.5%.
-En cuanto a la creación de empleos, durante los tres últimos años del presidente Obama, se crearon 6.91 millones de nuevos empleos, más que los 5.85 millones creados en los tres primeros años de Trump. (Cifras tomadas de Pew Research Center)
-El promedio de creación de empleos del presidente Trump ha sido 182,000 empleos mensuales. Durante los mismos meses, el gobierno de Obama creó un promedio de 224,000 empleos, 42.000 más que Trump. (Cifras tomadas de Pew Research Center)
-Durante su campaña, en el programa matutino del canal MSNBC, prometió que nunca iría a Corea del Norte y durante el octavo debate presidencial indicó que China tendría que resolver el problema de una Corea del Norte como potencia atómica. Pero, una vez en la presidencia, visitó Corea del Norte, excluyó a China de las negociaciones y Corea del Norte no ha renunciado a su programa nuclear, por el contrario, constantemente ejecuta lanzamientos de proyectiles capaces de cargar ojivas nucleares.
-El prometido programa migratorio se ha elaborado con tintes racistas, fundamentalmente contra latinos, y contra la realidad económica del país ya que para el año 2035, dentro de 15 años, harán falta 38.5 millones de inmigrantes, que con los 24.6 millones de hijos de inmigrantes que habrá en ese momento y los 120.1 millones de americanos hijos de americanos se llegará a los 183.2 millones de trabajadores que el país necesitará. Si no viene esa cantidad de inmigrantes, nuestro Seguro Social no se podrá pagar.
--Por último, su promesa fundamental fue la de construir un muro en la frontera sur y que México lo pagaría. Hasta el día de hoy se ha concretado a reparar algunas partes del muro viejo, y los norteamericanos lo están pagando. México no ha pagado ni un centavo.
- Pero no puedo dejar de referirme a la catástrofe que nos está azotando, que afectará los resultados electorales y que nos afectará a todos los niveles: la pandemia.
Trump se juega su reelección en estos momentos. De allí que no deje de aparecer en televisión todos los días tratando de aparentar ser el gran líder que el país necesita. Pero corre un gran riesgo. Si la percepción de la gente es que la situación es mala y ha sido mal manejada, esto recaerá totalmente sobre él. Hay una gran diferencia entre el aparecer constantemente en escena y el desaparecer de la misma. Un candidato que está presente tiene todas las de ganar contra un candidato que no aparezca. Especialmente en un momento en que los votantes buscan desesperadamente orientación y consuelo. Si el que está en esa posición logra constituirse en el líder necesitado, se hará invencible. Por el contrario, el que no está presente, se irá diluyendo en la opinión pública.
Pero, ¿cómo ha sido la actuación del presidente Trump durante la crisis?
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- En primer lugar, en el 2018 desmanteló la oficina de la Casa Blanca dedicada a las pandemias. Y no ha sido capaz de explicar claramente por qué lo hizo. Más bien su respuesta ha sido con evasivas o atacando al periodista que le pregunte sobre este tema.
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- Su primera postura fue calificar la epidemia como un “hoax”, cuya traducción al español es “una farsa”, a pesar de saber con precisión la catástrofe que se nos venía encima gracias a la información que muchos asesores le habían adelantado desde el mes de enero, especialmente por parte de Peter Navarro, su asesor económico.
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- Su segunda reacción fue la de decir que esta pandemia era algo normal que pasaría de un día para otro. Retrasar la acción cuando ya la virosis estaba aquí ha sido condenar al país a un daño mayor que pudo ser evitado. El presidente Trump le hizo más caso a la prudencia política que a la urgencia científica y eso hizo perder un tiempo precioso, lo que redundará en más infectados y más muertos. Según los cálculos de Columbia University, si al principio de marzo se hubieran impuesto las medidas de distanciamiento social, alrededor de 36.000 muertes se hubieran evitado.
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- Permanentemente ha planteado el tema de las ayudas a los estados como un proceso de competencia política. Aunque en definitiva haya ayudado a los gobernadores y a los estados, el proceso empleado ha creado la impresión de que no lo ha hecho o que lo ha hecho mal.
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- Ordena un toque de queda parcial, después lo cancela y después, vuelve a sugerirlo.
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- Ha insinuado que se debe volver al trabajo en vez de mantener el aislamiento en contra de la opinión de los científicos que lo ayudan directamente.
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- En varias oportunidades ha dicho que Hydroxychloroquine, una droga que desde 1955 se usa para combatir algunas cepas resistentes de malaria, para el lupus y para la artritis reumatoide, curaba el coronavirus, cosa no demostrada. Sugirió que inyectarse o beber desinfectantes comunes como el clorox (lejía) y el Lysol podrían tener efectos curativos contra el Covid-19. A mediados de mayo el presidente anunció que él estaba consumiendo Hydroxychloroquine, pero nadie en su círculo íntimo ha estado dispuesto a confirmarlo.
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- También dijo que Google tenía un programa fabuloso para ordenar el proceso de las pruebas de laboratorio. Al día siguiente, altos ejecutivos de Google desmintieron la noticia.
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- Ha dicho reiteradamente que los análisis para detectar si alguien estaba infectado o no, estaban a la orden de cualquier potencial portador, en cualquier momento y en cualquier lugar. Esto es fundamental, ya que las pruebas de laboratorio son las que pueden determinar si la pandemia está empezando, aumentando, estables, en descenso o en aumento. Desgraciadamente eso no ha sido posible.
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- El presidente tiene en sus manos una decisión fundamental, la más importante en su vida, como dijo en una declaración, abrir de nuevo la economía. Esto hará que la crisis económica se frene y el país vuelva a la normalidad. Pero si esa decisión se toma antes de tiempo, la virosis volverá con mayor fuerza, que no necesitará de personas que vengan de otras partes, sino que está aquí, en todas partes, en situación latente.
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- Al parecer el presidente, por estas y otras razones, está perdiendo la batalla de la opinión pública. En un comienzo, los números de las encuestas lo favorecían. El día 24 de marzo del 2020 la encuestadora Gallup le daba al presidente un 60% de aprobación a su manejo de la crisis. Casi 20 días después, una encuesta de ABC/Ipsos demostraba una caída de 16 puntos en esa misma pregunta. De acuerdo a esa consulta, solamente un 44% de los votantes aprobaban el manejo de la crisis del presidente.
Observando esta realidad no es raro que 12 encuestadoras le den al candidato del partido Demócrata una ventaja de 6 puntos a estas alturas.
El caso de Joe Biden, como candidato demócrata es también algo digno de estudio. Después de las tres primeras primarias celebradas en los estados de Iowa, New Hampshire y Nevada lo había ubicado en cuarto lugar en dos de ellas y segundo en la otra. Estos resultados eran de esperarse porque los candidatos ganadores habían estado trabajando esos estados por años. Pero los financistas de las campañas no creen en cuentos de camino. Al que no gana, no lo financian. Por tanto, cuando Biden llegó a South Carolina estaba en pésimas condiciones. Sin haber ganado, sin recursos, sin estructuras organizativas sobre el terreno, y cayendo en las encuestas. Pero allí se dio lo que podemos llamar un milagro electoral. El apoyo público, endoso, del representante a la Cámara James Clyburn, el actor político más importante en ese estado, le dio una victoria aplastante. Acto seguido, candidatos que habían estado en la contienda, decidieron retirarse y apoyarlo. Los resultados de las primarias posteriores no hicieron más que confirmar la avalancha, que como fenómeno electoral es lo mejor que le puede pasar a un candidato.
Cuando Napoleón iba a nombrar a un mariscal del ejército francés, lo primero que preguntaba era: “Il a de la chance” que dicho en español quiere decir “¿Tiene suerte?” En campañas también pasa eso. En las elecciones norteamericanas del año 1948 Harry Truman se presentó como el candidato demócrata. Tenía a su favor haber terminado la Segunda Guerra mundial, pero en el sur no lo veían bien por su posición a favor de los derechos civiles de los afroamericanos y en general su imagen se minimizaba en comparación con la imagen que dejó Roosevelt. Tampoco ayudaba a que su contrincante era el gobernador del estado de New York. Tan evidente era esa percepción que las encuestas lo daban como perdedor. Truman no se dejó amilanar y comenzó a viajar por todo el país en tren, una campaña casi clandestina, de pueblo en pueblo. El día de la elección el Chicago Tribune publicó en una edición extra “Dewey le gana a Truman”. Cuando los votos se contaron, Truman ganó por dos millones de votos.
Algo parecido puede pasar con Biden, un candidato que tiene una extensa experiencia como político, como senador y como Vice de Barack Obama, quien en estos momentos tiene un agrado de 60% en las principales encuestas. Biden también representa al político de centro, que da tranquilidad y viene de una familia clase media, trabajadora de los estados del norte que, casi siempre, han votado por los demócratas, pero le dieron la presidencia a Trump.
Pero no todo es color de rosa para la candidatura de Biden. Trump es un mago en el manejo de los medios. Ha estado en pantalla constantemente durante sus tres años. Su posición anti inmigrante y su recorte de impuestos es aceptada pública o privadamente por muchos de los anglos del norte y del sur, que son la mayoría de los votantes.
Biden ha sido atacado por Trump y sus seguidores por nepotismo. Un hijo de Biden logró un puesto muy bien remunerado en Ucrania. Aunque las investigaciones lo han exonerado y el gobierno ucraniano no se ha manifestado, la acusación es muy fácil de entender y puede ser efectiva en una campaña donde el candidato tendrá infinitos recursos para montar campañas negativas usando este tema. Puede ser que el ataque haya sido un poco temprano y todos los acontecimientos en el país hayan diluido el impacto que un ataque como este, a dos semanas de las elecciones, puede causar.
Otro punto débil que puede tener la candidatura de Biden es el apoyo de los católicos. En las pasadas elecciones los latinos católicos votaron por Clinton en un 67%, mientras que los católicos blancos votaron en un 60% a favor de Trump. El aborto es el tema central. Muchos demócratas dicen que la mujer debe tener control total sobre su cuerpo y la libertad para decidir cuando suspender un embarazo. Para nosotros los católicos la decisión es simple, la vida comienza con la concepción y el aborto es un crimen. Para los políticos católicos el tema no es tan simple. Tradicionalmente se han expresado en contra del aborto, pero respetuosos de la ley. Biden incluido. Él ha añadido que no puede imponer sus creencias a los demás. Su record en el Senado indica que siempre ha respetado este principio y que son muchas las veces que ha votado en contra de leyes que apoyan el aborto o su financiamiento. Pero esa posición es considerada como floja por algunos católicos y representantes del clero y la jerarquía. No hace mucho, un sacerdote le negó la comunión. Por otro lado, esa posición es suficientemente contraria al aborto como para que los demócratas que lo apoyan y defienden el derecho de la mujer a elegir, lo consideren no fiable.
Pues aquí nos encontramos. Será una campaña corta, por causa de la pandemia; conflictiva, porque el voto por correo que pudiera ayudar es todo un problema; dura, porque Trump no se anda por las ramas y sabe que a su público le gusta la pelea; y en medio de una incertidumbre social y económica.
Esperemos que las encuestas sean más acertadas en lo que nos vayan diciendo a lo largo de la campaña y los medios nos informen.
*Joaquín Pérez.
Director del Instituto Jesuita Pedro Arrupe. Miembro de la Junta Directiva del Centro de Espiritualidad Ignaciana.