Por Sixto J. García
LOS OBJETIVOS DEL CONGRESO
¿POR QUÉ ESTE CONGRESO?
INTRODUCCIÓN: ESPÍRITU Y MÍSTICA
Hoy es noviembre 8, 2019 – Nuestro Congreso comienza, en cierta manera, hace 814 años, fines del 1205, quizás del 1206, en la capilla semi-derruida de San Damiano, en las afueras de la villa medieval de Asís, en la Umbría italiana. El joven Francisco de Bernardone, hijo de Pedro, uno de los más acaudalados ciudadanos de Asís, Francisco, el alma de las fiestas de los jóvenes Tripudianti, la sociedad local de fiesteros, bebedores, jaraneros, escucha una voz que le habla desde el crucifijo: “Francisco, ve y restaura mi Iglesia, que, como ves, está en ruinas.” Al comienzo, el joven interpreta estas palabras como un mandato a reparar físicamente la Iglesia – luego, discierne que su vocación de restaurador y reformador se extiende a la Iglesia universal – Y – ¡punto clave! – es poco después de esta experiencia, cabalgando en las afueras de Asís, cuando, según nos dicen Tomás de Celano y San Buenaventura, sus primeros biógrafos, se encuentra con un leproso, se baja de su cabalgadura, le besa la mano y lo abraza – Es ahí, donde, según nos dicen algunos comentaristas, la misión de reforma de la Iglesia de San Francisco de Asís tuvo su comienzo – besando a un leproso . . . y es ahí, besando un leproso, cuando mutatis mutandis, empieza la historia de este Congreso.
Viajemos 808 años hacia el futuro: “¡Los pobres son el Evangelio!” – Junio 10, 2013 – escasamente tres meses después de su elección a la silla de Pedro, Jorge Mario Bergoglio, papa Francisco recibe a una delegación de la CLAR (Confederación Latinoamericana de Religiosos) en el Vaticano y les dice: ¡”Los pobres son el Evangelio”! En este clamor, Francisco define los lindes de su teología, de su espiritualidad, de su magisterio . . . y (por supuesto, sin anticiparlo) nos da la razón y establece los límites de este Congreso . . .
Aquí tenemos algo mucho más substancial y seminal que un simple pensamiento piadoso, inspirado por ciertos textos de los evangelios – al fin y al cabo, Jesús plantea la compasión al pobre y al marginado como criterio definitivo de salvación (cf. la Parábola del Juicio de las Naciones, Mateo 25: 31-46) – o una exhortación a practicar las obras de misericordia corporales o espirituales – ¡Se trata del corazón palpitante del magisterio de Francisco! – Tiene una definición heurística sin la cual es imposible distinguir o discernir los caminos peregrinos del pensamiento del papa Bergoglio –
Quizás una prueba fehaciente de lo arriba aducido son las palabras del pontífice en la homilía de la Misa celebrada el 8 de julio del 2013 en la isla de Lampedusa, el centro de proceso de los migrantes que arriesgan sus vidas cruzando el Mediterráneo desde las costas de Noráfrica hacia Italia (su primera visita oficial fuera del Vaticano): “La globalización de la indiferencia nos ha robado de la capacidad de llorar” – Y la pregunta angustiosa: “Caín, ¿dónde está tu hermano?” – generalizada después en su reflexión en el campo de exterminio de Auschwitz: “Adán, ¿Dónde estás?” – ¡Llorar por los que sufren, la compasión y justicia hacia los pobres, hambrientos, humillados, descartados – estas palabras desafían una simple clasificación como “obras piadosas” – ¡Son todo un modo de vivir el Evangelio – más todavía, son el único modo de ser cristiano!
Podemos añadir una tercera cita, como simetría final de estos comentarios iniciales de nuestro Congreso: “Dios siempre es novedad . . . Él va siempre más allá de nuestros esquemas y no le teme a las periferias. Él mismo se hizo periferia (Flp 2: 6-8; Jn 1: 14). Por eso, si nos atrevemos a llegar a las periferias, allí lo encontraremos, Él ya estará allí” (“Gaudete et Exsultate,” 135) – ¡Las periferias, cuyos ciudadanos privilegiados son las víctimas de la historia!
Cito aquí al jesuita Benjamín González Buelta:
“El paso por las periferias existenciales que atravesamos en diferentes momentos de la vida, o en las que nos instalamos en solidaridad con los que las habitan, nos puede convertir en testigos de que Dios se encuentra ahí cercano, rehaciendo la vida con una ternura infinita”
Las periferias, sin embargo, son espacios privilegiados de la Pascua de Jesús – De nuevo, cito a González Buelta:
“El dinamismo de la resurrección es el sustrato más hondo de nuestra vida cuando vigilamos y cuando dormimos” (P. 47)
Francisco mismo no ha sido ajeno, en su misión pastoral, a las periferias: Cuando fue nombrado arzobispo de Buenos Aires en 1998, había en la Arquidiócesis 10 “sacerdotes villeros” designados explícitamente para trabajar en los barrios más pobres y socialmente abandonados de Buenos Aires – cuando es electo a la silla de Pedro en el 2013, había 22 . . .
Nuestro Congreso tiene, por un lado, múltiples objetivos: la pre-historia de Francisco, la influencia de la mística ignaciana en su mente y corazón, su situación dentro de la historia y el desarrollo de la teología en Latinoamérica, y más específicamente, de la Iglesia latinoamericana, su exégesis del espíritu y los documentos del Concilio Vaticano, particularmente la Constitución “Gaudium et Spes,” sobre la Iglesia en el mundo actual – y aquellos temas que surgen, como chispas de una llama ardiente, de su proyecto de renovación y reforma: a saber, la cuestión de la recepción del Concilio, su visión, transformante y renovadora, de una Iglesia sinodal, que sitúe al Pueblo de Dios, y no solamente a la jerarquía, en el centro – el impacto de las nuevas periferias, las cuestiones acuciantes que tanto impactan, mueven y hieren el corazón del papa Bergoglio, de modo especial y central, el sufrimiento de los migrantes y refugiados, el drama de los abusos sexuales, la situación no resuelta del rol de la mujer en la Iglesia – y sin duda, la reacción visceralmente adversa a Francisco, en particular – aunque no exclusivamente – dentro de la Iglesia de los EEUU – rechazo no insólito: como todo profeta, Francisco sufre los rigores propios de su misión e identidad.
Pero, por otro lado, el Congreso tiene un solo objetivo central, que actúa como elemento heurístico para desglosar los otros objetivos derivados – Este objetivo es la reflexión, el estudio de los diferentes modos y formas que asume el compromiso del papa Francisco con el Evangelio, un compromiso de reforma radical de la Iglesia, en verdad, de una reforma como la que intentó su homónimo, Francisco de Asís – ¡y los pobres, los ciudadanos de las periferias, son el Evangelio! – ¡Es, por lo tanto, dicho de una forma más coherente con el corazón cristológico y trinitario de Francisco – el mismo corazón trinitario de San Ignacio de Loyola – la llamada a una conversión pascual, a una conversión al camino de santidad que comienza en el corazón del Padre e, impelido por el Espíritu Santo, tiene su plenitud en el Corazón del Hijo, la revelación definitiva de Dios, que Francisco nos invita a discernir en el rostro de los sufrientes y oprimidos de la historia.
Francisco es jesuita, y sin duda, la mística de San Ignacio define los fundamentos de su teología y espiritualidad – Uso la palabra “mística” deliberadamente – El p. Harvey Egan, S.J., quizás el más logrado experto en la teología y tradición mística en los EEUU – escribió su libro “Ignatius Loyola, Mystic” – derivado de su Disertación Doctoral en Münster, bajo la dirección de Karl Rahner – para argumentar la identidad de San Ignacio como un místico en el sentido más cabal de la palabra, más allá de un simple estratega del combate espiritual – Este no es un punto sin importancia – ¡Hay toda una corriente mística en el pensamiento del papa Bergoglio!
Dentro de esta perspectiva, el “magis” ignaciano (EE 97) se presenta como el horizonte clave de comprensión del espíritu del papa, pero igualmente el tenor de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio exige el leer y meditar en las Tres Maneras (o Tres Modos, o Grados) de Humildad 8EE 165-167). La Tercera Manera es decisiva: “La tercera es humildad perfectísima, es a saber, quando (sic) incluyendo la primera y la segunda, siendo igual alabanza y gloria de la divina majestad, por imitar y parescer (sic) más actualmente a Cristo nuestro Señor, quiero y elijo más pobreza con Cristo pobre que riqueza, oprobios con Cristo lleno dellos que honores, y desear más de ser estimado por vano y loco por Cristo, que primero fue tenido por tal, que por sabio ni prudente en este mundo” (EE 167).
Y, no por último menos importante, tenemos la llamada “Carta de la Pobreza” que San Ignacio escribió a los jesuitas de Padua el 7 de agosto de 1547 – Me parece imperativo asumir que, aunque Francisco no hace referencia explícita a este texto, es sin duda constitutivo de su espíritu y pensamiento Un párrafo clave de esta carta nos dice:
“Sólo esto diré: que aquellos que aman la pobreza, deben amar el séquito de ella, en cuanto de ellos dependa, como el comer, vestir, dormir mal y el ser despreciado. Si, por el contrario, alguno amara la pobreza, mas no quisiera sentir penuria alguna, ni séquito de ella, sería un pobre demasiado delicado y sin duda mostraría amar más el título que la posesión de ella, o (la) amaría más de palabra que de corazón.”
Tema exigido, por ende, será el estudio de la mística y espiritualidad ignaciana, en particular, tal y como fue mediada por el 28vo general de la Compañía de Jesús, Pedro Arrupe
(1907-1991 – General, 1965-1983) y recibida y asumida existencialmente por Jorge Mario Bergoglio
TEOLOGÍA DE LA CREACIÓN: CRISTOLOGÍA Y TRINIDAD
Pero hay otro “místico y peregrino” que acompaña los caminos de peregrinación del papa Francisco, y que ayuda a definir la razón de ser de este Congreso: su homónimo, San Francisco de Asís – escuchemos sus palabras: “(San Francisco de Asís) era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo” – y añade una intuición monumentalmente definitoria: “En él se advierte hasta qué punto son inseparables – leamos bien, inseparables – la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (“Laudato Si,” 10) – Y:
“El mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza” (LS 12)
Hay una convergencia natural de las místicas ignaciana y franciscana en el papa Bergoglio: el “Principio y Fundamento” de San Ignacio, por un lado, y el “Cántico del Hermano Sol” de Francisco de Asís, por el otro, resuenan en el párrafo que resume mejor la Teología de la Creación del papa:
“De este modo, las criaturas de este mundo ya no se nos presentan como una realidad meramente natural, porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un destino de plenitud. Las mismas flores del campo y las aves que él contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa” (LS 100).
La Creación tiene, en cierta manera, forma sacramental trinitaria:
“San Buenaventura llegó a decir que el ser humano antes del pecado, podía descubrir cómo cada criatura ´testifica que Dios es trino.´ El reflejo de la Trinidad se podía reconocer en la naturaleza ´cuando ni ese libro era oscuro para el hombre ni el ojo del hombre se había enturbiado.´ El santo franciscano nos enseña que toda criatura lleva en sí una estructura propiamente trinitaria . . . ” (LS 239)
Creación, Jesucristo, la Trinidad: Las periferias, los territorios poblados por aquellos que todavía cuelgan de sus cruces, los marginados y los humillados, forman el sitio privilegiado para el encuentro con Jesucristo – Al fin y al cabo, recordemos y repitamos lo antes citado: ¡Dios mismo se hizo periferia! (GE 135, citando a Filipenses 2: 6-11 y Juan 1:14) –
RAÍCES LATINOAMERICANAS
La pobreza no es una meta en sí misma, es más bien el modo de abrazar a aquellos a quienes Jesús ofreció su amor preferencial – Esto tiene sus raíces históricas en el devenir de los pueblos de América Latina – Francisco tiene sus raíces existenciales e intelectuales inextricablemente entrelazadas con la historia del subcontinente latinoamericano, y más específicamente, con la historia y las opciones de la Iglesia en este ámbito – Los devenires y
vicisitudes políticas y sociales en Latino América, y la misión y compromiso de la Iglesia en la misma, están, por imperativo vocacional e histórico, íntimamente unidos . . .
Las 5 Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe – CELAM – (Río de Janeiro, 1955, Medellín, 1968, Puebla, 1979, Santo Domingo, 1992, Aparecida, 2007) han reflejado los discernimientos de la Iglesia de este submundo ante realidades difíciles y complejas, que amenazan sumergir y ahogar el sentido de dignidad de sus pobladores más vulnerables, pobres, perseguidos y humillados en un tsunami de consumismo, obsesión por el dinero y el poder, mesianismos de última hora . . .
El Documento de Aparecida está histórica y teológicamente vinculado al papa Bergoglio de modo ineludible. Han dicho muchos – entre ellos el aquí presente obispo Castillo – que es imposible acceder a las definiciones más claras de la mente, el espíritu y el corazón del papa Francisco sin conocer el documento final de Aparecida. Hay coherencias, frases, en su Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium,” documento programático de su pontificado, que son reflejos exactos de textos correspondientes en Aparecida.
Clave en este documento son los textos sobre el “Encuentro Personal con Jesucristo,” expresión usada 49 veces, así como la Piedad Popular (258-265) y la Opción Preferencial por los Pobres (Aparecida 393-397)
El encuentro personal con Jesucristo desglosa la Teología Fundamental de la Fe de Francisco – citando a Benedicto XVI (“Deus Caritas Est,” 1), Aparecida dice:
“No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ella una orientación decisiva” (Aparecida, 243)
Aparecida nos habla de la Piedad Popular como un “locus,” un sitio preferido para el encuentro con Jesucristo (Aparecida 258-265): Citando la Exhortación “Evangelii Nuntiandi” de San Pablo VI, Bergoglio y los obispos de Aparecida nos dicen que la piedad popular “reflejan una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer” (EN 48). Aparecida añade:
“Cristo mismo se hace peregrino, y camina resucitado entre los pobres. La decisión de partir hacia el santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de amor . . . El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio. También se conmueve, derramando toda la carga de su dolor y de sus sueños” (Aparecida, 259). “Allí, el peregrino vive la experiencia de un misterio que lo supera” (Aparecida, 260). La piedad popular es “espiritualidad popular” o “mística popular” (Aparecida, 262) – “Se trata de una verdadera espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos” (“Evangelii Gaudium,” 124, citando Aparecida 263)”
Aquí se recoge, nos dice Francisco en “Evangelii Gaudium,”, la triple distinción-en-la-unidad del acto de fe según Sto. Tomás de Aquino: Francisco nos recuerda los grados del acto de fe: “credere Deo” – decir que “SÍ” al encuentro con la persona de Jesucristo que me sale al paso,
y le da sentido a mi vida; “credere Deum” – decir que “SÍ” a lo revelado en ese encuentro que experimento como un abrazo de amor, y por lo tanto, digno de fe; y “credere in Deum” – el compromiso con la acción y la praxis que se coligen de lo anterior y me emplazan a la vivencia cristiana (EG 124). Apelando de nuevo a Aparecida, nos dice Evangelii Gaudium: “Es una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros” (EG 124; Aparecida 264) – Y en un clamor de apertura y abrazo de lo nuevo, nos dice Francisco: “¡No coartemos ni pretendamos controlar esa fuerza misionera!” (EG 124).
Aparecida encuentra igualmente eco en Evangelii Gaudium cuando habla de la Opción Preferencial por los Pobres(Aparecida, 393-397; EG 187-201) – Este tema había sido proclamado enfática y firmemente por Juan Pablo II en su Discurso Inaugural de la Conferencia del CELAM en Puebla, en enero 28 de 1979, e incluido privilegiadamente en el Documento Final, 1134-1165. Juan Pablo II lo asume de nuevo en su Encíclica “Sollicitudo Rei Socialis,” 42: Recordemos algunos textos:
“En el reconocimiento de esta presencia y cercanía, y en la defensa de los derechos de los excluidos se juega la fidelidad de la Iglesia a Jesucristo . . . El encuentro con Jesucristo en los pobres es una DIMENSIÓN CONSTITUTIVA de nuestra fe en Jesucristo” (Aparecida, 257)
“Los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo . . . Mateo 25: 40: ´Cuanto lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron. Juan Pablo II destacó que este texto bíblico “ilumina el misterio de Cristo” . . . (Aparecida, 393).
En la Piedad (o: Religiosidad) Popular hallamos otra de las dimensiones que definen la teología y pastoral de Francisco: Bergoglio y los obispos reunidos en Aparecida nos dicen (Aparecida 259)
“La decisión de partir hacia el santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de amor. El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio. También se conmueve, derramando toda la carga de su dolor y de sus sueños. Allí, el peregrino vive la experiencia de un misterio que lo supera.”
CRISTOLOGÍA Y ECLESIOLOGÍA
Nuestro Congreso pone los ojos en la Cristología de Francisco: Jesús, en sus
misterios, es la fuente misma de la santidad – Es en la vivencia plena de los misterios de su vida, en unión con Él, que nos hacemos santos (“Gaudete et Exsultate.”) Hay todo un cristocentrismo en la Teología de la Creación del papa Bergoglio: el texto de Laudato Si, 100, arriba citado, lo resume todo: “Las mismas flores del campo y las aves que él contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa” (LS 100) – Jesús de Nazaret es el centro renovador de todo: es la Nueva Creación, la Nueva Humanidad, la Nueva Historia – y esto se experimenta solamente en el encuentro personal con su amor. Las palabras de Evangelii Gaudium, 264, son la elocuencia más íntima del Cristocentrismo ignaciano de Francisco:
“Puestos ante Él con el corazón abierto, dejando que Él nos contemple, reconocemos esa mirada de amor que descubrió Natanael el día que Jesús se hizo presente y le dijo: ‘Cuando estabas debajo de la higuera, te vi’ (Jn 14: 8). ¡Qué dulce es estar frente a un crucifijo, o de rodillas delante del Santísimo, y simplemente ser ante sus ojos!”
La Cristología de Francisco llama y suscita su Eclesiología – El empeño de reforma de la Iglesia parte necesariamente de una Cristología, y desemboca en la Eclesiología misionera – ¡Los cristianos somos definidos como discípulos misioneros! – Así nos convoca Francisco en Evangelii Gaudium, 120 – Es la Eclesiología del riesgo, de la subversión, de la salida. De nuevo, apelamos a Evangelii Gaudium (49):
“Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a sus propias seguridades”
Pero una Iglesia que entra en los espacios subversivos de la periferia donde solamente el grito del profeta puede sacudir sus cimientos osificados no puede ser concebida como la clásica pirámide, con la jerarquía a la cabeza y el resto de la oikumene católica debajo – ¡Una Iglesia sinodal, he ahí la respuesta, coherente con la flexibilidad y libertad de la Iglesia apostólica! Una Iglesia donde los ministerios son suscitados por las necesidades del Pueblo de Dios, no donde los mismos son impuestos rígida e inmisericordemente sobre situaciones que claman acceso eucarístico y justicia social.
El 15 de septiembre de 2018, Francisco promulgó la Constitución Apostólica “Episcopalis Communio,” proponiendo el modelo sinodal de la Iglesia – Dejando a un lado el modelo piramidal, la apuesta sinodal de la Iglesia nos dice que es el Pueblo de Dios qua Pueblo quien es, con todos sus miembros, corresponsable por las opciones que definen y marcan los caminos de la Iglesia – ¡he aquí otro tema clave de nuestro Congreso!
FRANCISCO: FUNDAMENTOS TEOLÓGICOS – SU EXÉGESIS DEL CONCILIO VATICANO II
En 1986, Jorge Mario Bergoglio viaja a Frankfurt, en Alemania, al teologado de Sankt Georgen, de la Compañía de Jesús, a proceder con su investigación sobre la teología y filosofía de Romano Guardini (1885-1968), tema de su proyectada disertación doctoral – proyecto no finalizado.
Guardini, uno de los teólogos y filósofos más importantes del período anterior al Concilio – en el cual influyó, aunque indirectamente – fue una mente de singular importancia para Bergoglio – Nombrado en 1923 Profesor de la cátedra de Filosofía de la Religión en Berlín, el primer académico católico en la muy protestante universidad de la capital alemana, Guardini fascina a Bergoglio con su filosofía de “los contrastes,” o si se quiere, de los “opuestos” –
Guardini publica un libro con ese título: “Die Gegensatz” – los contrastes u oposiciones. Dicho de forma simple, Guardini plantea que las realidades históricas de índole opuesta no se cancelan mutuamente en una síntesis, o sea, el proceso atribuido – correcta o incorrectamente –a Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) – más bien, los opuestos se unen en síntesis
asimétrica, donde uno de los cuales predomina, sin abolir, al otro – esta perspectiva tiene impacto radical – ¡muy radical! – en la filosofía y teología del jesuita Bergoglio.
Tal impacto se patentiza en su Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium,” donde el papa Francisco nos propone cuatro síntesis de “opuestos”: “El tiempo es superior al espacio,” “La unidad prevalece sobre el conflicto,” “La realidad es más importante que la idea” “El todo es superior a la parte” – El tiempo no cancela el espacio, la unidad no cancela el conflicto, la realidad no cancela la idea, el todo no cancela la parte.
El pensamiento del filósofo e historiador uruguayo, Alberto Methol Ferré (1929-2009), en su crítica de la Modernidad y sus reflexiones sobre el Concilio Vaticano II, argumenta de forma parecida. Refiriéndose a la tensión entre el Iluminismo y la modernidad católica, entre el contraste entre el sacerdocio católico y el ministerio protestante, Methol Ferré dice:
“El Vaticano II, el nuevo Pentecostés de la Iglesia después de la Reforma Protestante y el Iluminismo, asume y trasciende ambas – en las Constituciones “Lumen Gentium” y “Gaudium et Spes,” porque redescubre en sí mismo las legítimas demandas de la Reforma Protestante y la secularidad legítima del Siglo de las Luces” (Alberto Methol Ferré, “Il risorgimento cattolico latinoamericano”)
Lo anterior define el fundamento de la misión de Francisco como exégeta – intérprete – del Concilio Vaticano II, y más específicamente de la Constitución “Gaudium et Spes” sobre la Iglesia en el mundo actual: ¡el compromiso del cristiano en, y con, el mundo! – “Gaudium et Spes,2” 43, nos dice:
“Se alejan de la verdad quienes, sabiendo que nosotros no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la futura, piensan que pueden por ello descuidar sus deberes terrestres, sin comprender que ellos por su misma fe están más obligados a cumplirlos, cada uno según la vocación a la que ha sido llamado. … La separación entre la fe que profesan y la vida cotidiana de muchos debe ser considerada como uno de los errores más graves de nuestro tiempo…”
Aquí sentimos el hálito viviente del discipulado misionero, tal y como Francisco lo percibe: el compromiso con la justicia y la misericordia – que nos pueden acarrear, y de suyo nos acarrean persecuciones (“Gaudete et Exsultate,” 92) es lo que define al cristiano. El mundo, y, tristemente, el mundo de la Iglesia, está lleno de lo que el papa Bergoglio llama “Nuevos Pelagianos” –estos se manifiesta, en sus propias palabras, por:
“La obsesión por la ley, la fascinación por mostrar conquistas sociales y políticas, la ostentación en el cuidado de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, la vanagloria ligada a la gestión de asuntos prácticos, el embeleso por las dinámicas de autoayuda y de realización autorreferencial” (GS 57; EG 95)
EN CONCLUSIÓN:
Sí, por supuesto, la extensión y contracción de las nuevas periferias, que nos tocan a la puerta y que exigen una visión geo-política diferente, la tragedia inenarrable de los abusos
sexuales, que nos dicen que los modelos clericales de los ministerios han sido superados y humillados por el peso de sus propias arrogancias, la preterición injustificada, anti-bíblica, carente de fundamentos teológicos válidos, de la mujer de los ministerios y otras funciones en la Iglesia, injusticia que ha sido un objeto de preocupación incesante de Francisco, y, sin duda, esa otra tragedia y catástrofe de proporciones impensables, el horror, la humillación, las persecuciones, los racismos y xenofobias que ha suscitado el fenómeno de la inmigración, donde incontables números de nuestros hermanos y hermanas sufren la pérdida de todo: patria, trabajos, unidad familiar, atentados rapaces contra las definiciones más íntima de su dignidad humana – todo esto – ¡TODO! – tiene su momento y su lugar en nuestro Congreso.
Pero volvemos al principio: en la penumbra de la derruida capilla de San Damiano: “Francisco, ve y restaura mi Iglesia, que, como vez, está cayendo en ruina” – y, cabalgando por las cercanías – ¡el leproso, el beso y el abrazo!
Resuenan y se encarnan las palabras de Francisco, hijo de Pietro y Pica Bernardone, en las palabras de Francisco, hijo de Mario José Bergoglio y Regina María Sivori:
“Los pobres son el Evangelio”
“Dios se hizo periferia”
Sí, en verdad, el papa Francisco ha escuchado una llamada semejante: “Francisco, ve y restaura, repara mi Iglesia” – “Francisco, besa y abraza al leproso”
¡El beso del leproso! – El inicio de la reforma de San Francisco de Asís! ¡La razón de ser y el objetivo de nuestro Congreso!