EL CRISTOCENTRISMO DE LO POLÍTICO: SONDEOS SOBRE LA ENCARNACIÓN Y LAS PATOLOGÍAS DEL PODER
Por Sixto J. García*
“Dios ha escogido a los que no son nada, para confundir a los que son algo” (1 Corintios 1: 28) “(El Hijo de Dios) se hizo lo que nosotros somos, para que nosotros pudiéramos hacernos lo que Él es” (San Ireneo de Lyon, “Adversus Haereses,” V, Proem.)
“Fuera de los pobres no hay salvación” (Jon Sobrino)
INTRODUCCIÓN
He aludido en mi ensayo anterior, publicado en El Ignaciano, al imperativo propuesto por Johann Baptist Metz y otros teólogos, de crear una cultura “anamnética”, es decir, una cultura del recuerdo – el recuerdo de las injusticias y de sus víctimas, el recuerdo de los que sufren – vis-a-vis una cultura “amnésica,” una cultura que prefiere olvidar, barrer bajo la alfombra, desterrar de la memoria la presencia perturbadora, inconveniente, subversiva, de dichas injusticias, dichas víctimas – Una auténtica cultura anamnética provoca, azuza la conciencia al compromiso, siempre riesgoso, vulnerable a la persecución y al odio – y eso induce rechazo – muchos (¿la mayoría?) de nuestros cristianos de parroquia prefieren la comodidad, la ilusión de un amor desencarnado, emasculado, dulzón, que no ofende, que no provoca – que no induce a persecución.
La “cultura anamnética” tiene su eje y su propulsor en lo que Metz ha llamado “la memoria peligrosa de Jesús” – Un Jesús que, en su persona y en su predicación, testimonie y avance la noción enfermiza de un amor diluido y disperso, de un amor que promueva fáciles reconciliaciones que prescinden de la justicia debida a las víctimas, es una caricatura del Jesús de los evangelios y de la Tradición cristiana.
La “memoria” del Jesús que nos sale al paso en el Evangelio, es decir, la memoria del Jesús que predicó el Sermón de la Montaña y decretó, en su “Gran Protocolo” (Mateo 25: 31-46) el único criterio de salvación que tenemos en los evangelios: “Porque tuve hambre . . . porque fui un inmigrante . . . ” – el mismo Jesús que comió con pecadores, dijo a los “buenos católicos de parroquia” de su época: “Los recaudadores de impuestos y las prostitutas entrarán por delante de ustedes en el Reino de los cielos” (Mateo 21: 31) – esa memoria es peligrosa, porque induce rechazo y persecución, porque irrita y subvierte - Ser buen cristiano o no depende, como ha dicho Karl Barth, de nuestra Cristología - ¿optamos por el Jesús de los evangelios, o por el Jesús inofensivo?
A.- REFLXIONES SOBRE LA ENCARNACIÓN: FUNDAMENTO BÍBLICO / TEOLÓGICO DE LA “MEMORIA PELIGROSA” DE JESÚS
1) En su Encarnación, el Hijo de Dios eleva toda la humanidad a su plenitud (Karl Rahner) – El sitio clásico para toda teología de la Encarnación es Juan 1: 14: “Kai ho logos sarx egeneto” (“Y el Verbo se hizo carne”) – El problema con las traducciones clásicas que vierten el sustantivo griego “sarx” como “carne” es que no le hace justicia a la riqueza del vocablo – “sarx” es mucho más que una designación de la anatomía de Jesús – “sarx” connota la humanidad vulnerable, mortal, sujeta al sufrimiento y el dolor – a todo el ámbito de las emociones y sentimientos humanos; el vocablo se usa cinco veces en el texto clásico de Juan 6: 52-58 (“El que come mi carne, etc.)
2) En cierta manera, “sarx” (traducción no siempre exacta del hebreo “bashar”) es un término que expresa la humanidad vulnerable de Jesús de forma más fuerte y radical que la palabra “soma” (“cuerpo” – lo “somático”) – En la Cristología del Cuarto Evangelio, nos dice Sandra Schneiders, ambos términos, “sarx” y “soma” son correlativos para hablar del Jesús pre-pascual (anterior a su muerte y resurrección) – En Jesús resucitado, el “sarx” se transforma en “soma” glorioso – Raymond Brown nos ha planteado que la Resurrección de Jesús es ciertamente “corporal” pero no “física,” esto es, no está limitada por las categorías de tiempo y espacio. En el evangelio de Juan, la muerte de Jesús es su glorificación – así, el sustantivo “doxa” (“gloria” - usado 19 veces) y el verbo “doxazo” (“glorificar” - usado 23 veces) denotan el momento clave de la plenitud humano-divina de Jesús - y esto nos remite al siguiente argumento: en Jesús, se nos da el privilegio de los pobres y humillados.
B.- ENCARNACIÓN COMO REVELACIÓN: EL PRIVILEGIO DE LOS POBRES Y HUMILADOS
1) La Revelación de Dios, en su noción más auténtica, es decir, la auto-
donación del Dios Trinitario (no una simple comunicación de dogmas y doctrinas) que rebosa los contornos infinitos de su amor, no es una acción de Dios subsecuente a la Creación - ¡la Creación es, qua Creación, es un momento de Revelación! – Aquí evocamos el principio clásico de Karl Rahner; “Cuando Dios quiso hacerse ´No-Dios,´ surge el hombre (el ser humano)”
2) De aquí parte la otra formulación cristológica de Rahner: “La Cristología es Antropología auto-trascendente, la Antropología es Cristología deficiente” – La mejor explicación de esta críptica expresión nos la da uno de los más claves textos del Concilio Vaticano II: “Cristo, el Nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre (ser humano), y le revela la grandeza de su vocación . . . Pues Él mismo, el Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos humanas, pensó con inteligencia humana, obró con voluntad humana, amó con un corazón humano . . . ” (Constitución “Gaudium et Spes”, 22) - La Encarnación, tal y como el testimonio privilegiado del Nuevo Testamento, y la tradición de los Concilios subsecuentes (Éfeso – 431 – y Calcedonia – 451 – en particular) nos lo revela, ¡es un escándalo! –
3) ¿Por qué un escándalo? Consideremos lo siguiente: La Encarnación del Hijo de Dios, que asume - ¡radical y personalmente, no como una librea que se pone arriba! – nuestra peregrinación humana en toda su realidad – incluyendo nuestra vulnerabilidad, riesgo, dolor y angustias, se define con los siguientes rasgos:
- a) No se dirige, de forma primaria y privilegiada, a un imperio o cultura, a una clase exclusiva de militares o comerciantes - Todo el amor “loco” - (“moron” – 1 Corintios 1: 25), inimaginable, rebosante – definitorio de la misma realidad salvífica de Dios (1 Juan 4: 8, 16), se ha concentrado en un solo hombre: Jesús de Nazaret.
- b) ¿No escandaliza esto lo suficiente? – Sigamos imaginando – entre los billones de seres humanos que han existido – desde el momento en que el proceso de “hominización” lleva la evolución a su plenitud (Teilhard de Chardin, Karl Rahner, Paul Overhague), toda - ¡absolutamente toda! – la capacidad de amor auto-donante del Dios Trinitario se ha concentrado en un solo hombre, en su solo punto histórico - ¡Jesús de Nazaret!
- c) Esta consideración nos revela a la Encarnación como algo escandaloso porque, por un lado, nos dice que Dios, en su Hijo, se ha hecho uno de nosotros – radicalmente humano - ¡He aquí al “Deus revelatus”! – Pero, por otro, la Encarnación, nos oculta a Dios: ¡nos presenta al “Deus absconditus”! - ¿Cómo puede la mente y el espíritu humano concebir que la infinitud de amor trinitario, auto-donado en la Revelación, se haya hecho epifanía en un punto pequeño en la historia humana, se haya densificado en un judío de la Palestina del siglo I, sujeto a los vaivenes de la condición humana, al dolor, la enfermedad - ¡la muerte! – la aniquilación, la oscuridad definitiva?
4) Esto confunde – y nos da la lógica del texto de San Pablo arriba citado: Dios, en verdad, ha escogido a los que “no cuentan” (el griego ´”me on” tiene casi un sentido ontológico - ¡los que no son, como si no existieran!) - ¡los despreciados y descartados! - De aquí parte el privilegio de los pobres y humillados:
- a) La “omnipotencia” de Dios se ha revelado, hecho “carne,” hecho historia, como su impotencia más radical – Nos ha recordado el teólogo luterano Wolfhart Pannenberg que “quién”, y “de qué está hecho Dios,” se revela plenamente en la pequeñez de Jesús de Nazaret.
- b) Añadimos, con Karl Rahner: Desde el momento – eterno – de la Encarnación, no podemos nunca de Dios - ¡nunca! – sin hablar del hombre (ser humano) – limitado y vulnerable.
- c) Y lo clave en todo esto, es que el Hijo que el Padre ha tenido siempre delante de sí, desde un comienzo sin comienzo, el Hijo Encarnado, Crucificado y Resucitado. Desde siempre, el Padre ha pensado en nosotros –y esta pensar al ser humano, siguiendo la lógica del Evangelio, es un pensar privilegiadamente a – y en - aquellos a quienes el Hijo amó preferencialmente: ¡los “menos de los menos”! (Mateo 25: 40)
5) PERO: Ante la “kenosis” radical de la Encarnación, ante el escándalo de un amor que define a los descartados y humillados como la nueva clase privilegiada, se erigen las enfermizas manifestaciones de las patologías del poder…
C. LA ENCARNACIÓN ANTE LAS PATOLOGÍAS DEL PODER EN LA IGLESIA
NOTA: Tomo la expresión “Patología del poder” de la obra de Rafael Luciani (en traducción al inglés) “Pope Francis and the Theology of the People”
1) El papa Francisco nos ha delineado los contornos de las obsesiones enfermizas con el poder y la ostentación en la Iglesia. Definiendo la actitud de “los nuevos pelagianos,” nos dice que ésta se manifiesta en “la obsesión por la ley, la fascinación por mostrar conquistas sociales y políticas, la ostentación en el cuidado de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia . . . ” (“Gaudete et Exsultate”, 57; cf. “Evangelii Gaudium”, 95)
2) Predicado – e implicado – en esta cita encontramos la enfermedad del clericalismo. En su forma esencial, el clericalismo “crea la ilusión de un mundo paralelo, en el cual no hay necesidades reales o problemas urgentes sino más bien seguridad y privilegios, y donde el otro es tratado como un inferior y menos digno de salvación” (Rafael Luciani, ibid, arriba) –
3) Aquí se crea lo que Francisco ha llamado en repetidas ocasiones el “complejo de los electos,” es decir, “la patología del poder eclesial” – Rafael Tello se ha referido a la “cultura eclesial,” que crea una dicotomía entre los miembros del Pueblo de Dios, donde – nos dice Francisco - algunos pertenecen a “círculos cerrados, en los cuales pertenecer a una clique es más importante que pertenecer al Cuerpo” (Francisco, Discurso a la Curia romana, Diciembre 16, 2014) –
4) El clericalismo es una distorsión del poder eclesiástico. Esta “desdichada patología” (Luciani, ibid) lleva a miembros de la Iglesia a conducirse con “esquizofrenia existencial” (Francisco, ibid) – El clericalismo está predicado en el mito de la “ontologización” del “carácter sacerdotal” – identificado a veces como el “sello indeleble” - que supuestamente le confiere al ministro ordenado una superioridad esencial y moral por arriba de todos los demás. Por lo demás, la expresión “carácter”, en sentido sacramental, fue usada por primera vez muy tarde en la historia de la Iglesia, en una carta del papa Inocencio III en 1201, en referencia al bautismo – la noción de un “carácter sacerdotal” es aún más posterior: aparece en una carta fechada en 1231, del papa Gregorio IX al arzobispo de París – en un contexto relacional, no ontológico – el contexto auténtico es el “relatio rationis” (la “relación lógica”) entre el ministro y el don de los carismas pneumatológicos del ministerio en la Iglesia - ése, y no otro, fue el sentido de los cánones del Concilio de Trento, con frecuencia invocados ilícitamente para justificar la ontologización del sacerdocio) – cf. Concilio de Trento, Sesión 23, 15 julio 1563, cánones 1-8)
5) Ante la “patología del poder” en la Iglesia, Francisco sostiene que todo el Pueblo de Dios está llamado a los ministerios, a la misión (Francisco, “Evangelii Gaudium”, 120) - ¡en igualdad eclesial y existencial! - En última instancia, el discipulado misionero se da de forma privilegiada en las periferias – es decir, en el ámbito de los descartados, pobres y humillados: “Los pobres tienen mucho que enseñarnos” (Francisco, “Gaudete et Exsultate”, 198)
D. LA ENCARNACIÓN ANTE LAS PATOLOGÍAS DEL PODER EN LA POLIS
1) Las patologías del poder en los espacios políticos se centran en las
estructuras legales y su manipulación - Aquí apelamos al Doctor Común:
2) Sto. Tomás habla de leyes humanas justas e injustas – Las leyes justas son aquellas que son promulgadas con vista al Bien Común (“in ordine ad bonum commune” - ST I-II, q. 96 a. 4, “Respondeo”) – Las leyes injustas son aquellas que, en algún modo contradicen o violentan el Bien Común (“non pertinentes ad utilitatem – bonum – communen”), sino sirven más bien la codicia o vanagloria del autor de la ley (“propriam cupiditatem vel gloriam”), o cuando exceden su legítimo poder, o imponen cargas injustas – Tales leyes, dice Sto. Tomás, son actos de violencia más que leyes (“magis sunt violentiae quam leges”)
3) Son injustas también las leyes que se oponen al Bien divino: leyes que conminan a la idolatría, o cualquier cosa contraria a la ley divina – Ambas formas de leyes injustas, las que contradicen el Bien Común y las que se oponen a la Ley divina (en última instancia, la misma cosa) no solamente pueden, sino deben desobedecerse – No es lícito observar estas leyes (“Et tales leges nullo modo licet observare” – ST I-II q. 96 a. 4c ad 2))
4) Algunos han querido apelar a la distinción tomista entre “Ley Natural” y “Ley Divina” – pero, como ha observado Joseph Ratzinger / Benedicto XVI, no existe una ley puramente “natural” – Sto. Tomás nos lo dice, oblicuamente, en su doble definición de “Ley Natural”: “El modo de participación de la creatura racional en la ley eterna es lo que se llama Ley Natural – La Ley Natural no es otra cosa que el sello de la luz de Dios en nosotros” (ST I-II q. 91 a. 2) – La “Ley Natural” es un destello del ser mismo de Dios, una impronta de la gracia – ¡siempre la gracia!
5) El mártir y profeta de la justicia racial, Dr. Martin Luther King, Jr., ahonda esta visión de Sto. Tomás (sin postular aquí dependencia directa), en el contexto de su lucha no-violenta contra la segregación racista. En su discurso a la Fellowship of the Concerned, noviembre 16, 1961, aludiendo a la desobediencia civil, King aseveró (mi traducción del inglés): “Una ley justa es aquella que se adecúa con la ley moral . . . toda ley que promueva a la persona humana es una ley justa . . . Toda ley que no se adecúe con la ley de Dios es injusta, toda ley que degrade a la persona humana es injusta . . . El que desobedece una ley injusta, muestra respeto a la ley justa” .
6) De todo lo anterior, se colige un predicado obvio: toda ley que separe a niños de sus padres, bajo pretexto de proteger fronteras, toda ley que, directa o indirectamente promueva o sugiera el odio racial y xenofóbico contra cualquier grupo humano, toda ley que niegue legítimo asilo político o acogimiento a migrantes que buscan desesperadamente huir de la persecución, el hambre, la humillación y el descarte, toda ley que directa o indirectamente contribuya a la destrucción del medio ambiente – tal ley no solamente puede, sino debe ser desobedecida.
CONCLUSIÓN
“O caritas, Deus meus, accende me!” (“O caridad, Díos mío, enciéndeme”) San Agustín, “Confesiones”, X.29.40
La Encarnación, el escándalo por excelencia, nos enciende en el fuego devorador del Evangelio de Jesús – del Evangelio que nos revela el poder en la impotencia y la grandeza infinita en lo históricamente más pequeño, en ese punto aparentemente insignificante, Jesús nos invita a meditar, a contemplar, con el pasmo y asombro – la actitud del “thaumazo” de Platón (“Theatetus,”155D), cómo en Jesús de Nazaret todo lo humano, lo más pequeño, lo más pobre, lo más humillado, ha sido hecho “carne” – persona vulnerable – en el Hijo de Dios . . . y, por ende, nos presenta la Ley del Reino de Dios, como la Ley ante la cual y contra la cual debe juzgarse toda ley humana: el Sermón de la Montaña, y como el criterio único de salvación: el “Gran Protocolo”: la difícil y convulsionante parábola de Mateo 25: 31-46: “Porque tuve hambre . . . porque fui un forastero . . . ”
En definitiva, se nos invita, en un año electoral - ¡y siempre, cada día! – a emprender esa jornada riesgosa y subversiva que propone el Documento de Aparecida:
“Cristo mismo se hace peregrino, y camina resucitado
entre los pobres” – “El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio. También se conmueve, derramando toda la carga de su dolor y sus sueños” (“Aparecida,” 257).
Jornada que nos lleva al único sitio donde podemos encontrar al Dios de Jesús, Encarnado, Crucificado y Resucitado: a las periferias donde residen los despreciados, descartados, humillados - ¡Dios mismo se ha hecho periferia! (Francisco, “Gaudete et Exsultate”, 135) - ¡Las periferias, contra las patologías del poder, son criterio político – son criterio del Evangelio!
*Sixto J. García, Ph.D.
Professor Emeritus Systematic Theology and New Testament Studies. St. Vincent de Paul Regional Theological Seminary.