LA AUTORIDAD DE LOS QUE SUFREN” COMO CRITERIO ELECTORAL: BASES TEOLÓGICAS PARA UNA MÍSTICA DE OJOS ABIERTOS

 

Por Sixto J. García*

 

Propongo estructurar este ensayo en dos partes:

 

PRIMERA PARTE: PRENOTANDOS METÓDICOS 

Johann Baptist Metz (1928-2019) ha propuesto como tema clave de una nueva Teología Política, “la autoridad de los que sufren”. La expresión “autoridad de los que sufren”, a primera vista, remeda más un grito de agitación política que un criterio para elecciones – Sin embargo, aquí se trata de plantear una cultura anamnética (una cultura que “recuerda” – “anamnesis”) vs. una cultura amnésica (una cultura que olvida), que no tiene sentido de historia como ámbito vital de su existencia.  

 Quisiera plantear el tema principal de este ensayo paso a paso:

- Primero, toda vida cristiana toma forma, historia, y horizonte tal a partir de la Pascua de Jesús: su muerte y resurrección no son simples fórmulas o recordatorios piadosos, son la definición y constitución de la historia humana, de la Nueva Humanidad, de la Nueva Creación.

-Segundo, por aquello que la catequesis, la teología y la liturgia cristianas llaman el Misterio de la Encarnación, cada ser humano - ¡todos! – cristianos, judíos, hindúes, musulmanes . . . e incluso aquellos que, sin profesar una fe explícita en Dios, buscan con sinceridad el Misterio que define sus vidas – participan de forma real de la oferta universal de gracia que Dios ha comunicado a toda la Creación en y por medio de Jesús, el Cristo (Constitución “Lumen Gentium,” 13-17)

-Tercero, aquí  entendemos por gracia aquello que la mejor teología católica, no las distorsiones neo-escolásticas, entienden: o sea, no “algo” que Dios nos otorga, sino la vida misma del Dios trinitario, cuyo “Símbolo Real” es Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios - (siguiendo aquí a Karl Rahner: Símbolo Real” es toda aquella realidad que hace presente, comunica y está llena de lo que simboliza – una bandera hace presente nación y cultura, mi cuerpo hace presente mi persona) – Esta “gracia santificante” (“gratia gratum faciens”) nos hace conformes al mismo ser de Dios (Sto. Tomás de Aquino, ST I-II q. 111 a. 1 - cf. 2 Pedro 1: 4 – San Juan de la Cruz, “Cántico Espiritual,” 39, 3-5)), es la fuente de carismas (“gratia gratis datae” – “gracia actual”) y de las opciones cristianas.

-Cuarto: ¿Qué tiene que ver todo esto con el compromiso cristiano con la política, entendida como empeño por el Bien Común? – En realidad, tiene todo que ver – Hay muchos cristianos (católicos integristas y evangélicos) que, víctimas de una endeble teología y espiritualidad que parte de controversias ya superadas, hacen una falsa dicotomía entre el ámbito de la gracia (lo “religioso”), y lo secular (aquí se sitúa la acción política), desconectado de la misma – Aquí es necesario recapitular en breve la historia de esta distorsionada perspectiva – es imperativo restaurar la identidad del  compromiso político como empeño enchumbado de gracia. 

Consideremos lo siguiente:   

Primero, los grandes doctores de la Iglesia, desde San Agustín hasta Santo Tomás y los otros escolásticos, distinguen, pero no separan, la gracia de la “naturaleza” humana. Sto. Tomás argumenta: “La gracia no remplaza (destruye) la naturaleza, más bien la perfecciona” (“Gratia non tollit naturam sed perficit (eam)” – (Summa Theologiae, I, q. 1 a. 8) – Más aún, para el Doctor Común, el espíritu humano (en lenguaje escolástico del Alto Medioevo, la persona humana) ¡está creada para la gracia, es capaz de la gracia! - “El alma es capaz de la gracia” (“Anima est capax gratiae”: ST I-II a. 113 a. 10). Este es un punto clave: a partir de estas nociones, Sto. Tomás desarrolla la más extensa y profunda Teología Política (ST II-II, esp. qq. 66ss) desde “La Ciudad de Dios” de San Agustín en el siglo V – ya en la Alta Escolástica tenemos, con Sto. Tomás, una teología política cuya influencia, en todo caso, es más relevante hoy que nunca - ¡el compromiso político es una opción empapada en gracia!

Segundo, con la decadencia de la Alta Escolástica (y en especial, del Tomismo original) a partir de 1277 (la condenación de 277 proposiciones atribuidas a Sto. Tomás) esta bella, profunda, muy bíblica y patrística teología que canta la intimidad entre gracia y naturaleza fue dando lugar a una visión nominalista, estrecha y excluyente de ambas – A partir de fines del siglo XIV, surge la trágica noción de la “pura natura” – la “naturaleza pura,” eviscerada de la gracia – Y en las amargas disputas sobre la hegemonía de la gracia, por un lado (Protestante) y la bondad de la naturaleza humana, por el otro (Católico) se agudizó más esta separación - ¡y se marginó, hacia los confines de una mala entendida secularidad, la dimensión política de la fe cristiana!

Tercero: La propuesta doctrinal de la “pura natura” (la “pura naturaleza”), una naturaleza humana hipotéticamente desconectada de la gracia, dio como resultado la siguiente proposición teológico-doctrinal (nunca enseñada como doctrina “ex-cathedra”, es decir, radicalmente normativa) que tantos estragos habría de causar en siglos posteriores: Básicamente, decía que Dios crea, en un primer momento, una “naturaleza humana pura” (la “pura natura” arriba citada), sin gracia – creada para un fin puramente natural - en un segundo momento, Dios le añade – aquí es clave el verbo “añadir,” como algo totalmente externo  - la gracia que eleva al ser humano al orden sobrenatural. Esto exacerbó falsos dualismos entre lo sagrado y lo secular, clero y laicado, magisterio y fe del pueblo - ¡y el compromiso político se percibió marginal y ajeno a la dinámica de la gracia!

Cuarto: Inspirados por la investigación del jesuita Henri de Lubac, y otros teólogos (Karl Rahner, Marie-Dominique Chenu, Joseph Ratzinger), el Concilio Vaticano II abrió las puertas para una nueva teología de la gracia – ¡la gracia, siempre “gratuita,” pero constitutiva de la realidad humana! La persona humana está definida por esta oferta de gracia, que no es algo “añadido”, “tirado” como un balde de gracia, desde fuera, a una “naturaleza pura” desprovista hipotéticamente de gracia – La naturaleza humana no existe nunca - ¡nunca! – desvinculada de la gracia (aquí postula Rahner su concepto del “Sobrenatural Existencial” – “sobrenatural” porque la gracia no deja de ser gratuita por el hecho de que se le conceda y ofrezca a todo ser humano – la naturaleza definida por su vínculo conyugal con la gracia es un “existencial” – Una “naturaleza pura” es un “concepto límite” (“Grenzbegriff”) que no tiene realidad práctica . . . 

Quinto: Quizás un ejemplo sirva para aclarar el lenguaje algo esotérico de lo que sigue y de lo arriba expuesto: Decidimos preparar café en una cafetera regular (un percolator) – el proceso es conocido: echamos granos de café en el filtro, se llena el recipiente de agua, se enciende la cafetera, y al poco rato empieza al salir el café – Cuando termina el proceso, tenemos el recipiente lleno de café, y el filtro lleno de . . . lo que llamamos “borra”, lo que queda de los granos restantes – Mutatis mutandis, los granos de café son la “naturaleza” humana, cuya realidad no existe por sí misma: ¡requiere el agua (la “gracia”) para llegar a su plenitud – Nadie (en su sano juicio) se come o bebe la “borra” – Se desecha, como si no existiera – Existe la naturaleza humana, pero nunca como tal, como naturaleza “humana” (énfasis en “humana”) sin su intimidad conyugal con la gracia ( y decir esto fue lo que le costó a de Lubac un exilio teológico de 9 años, reivindicado en definitiva por Pablo VI).

De nuevo, corro el riesgo de inducir en la mente del lector la idea de que toda esta aparente verborrea no tiene nada que ver con el título de este ensayo, con las elecciones, o con la actividad política en particular. Pero es preciso decirlo de nuevo: tiene todo que ver . . . Veamos: 

 La opción política del cristiano, auto-donándose, auto-entregándose, riesgosa y vulnerablemente, a la búsqueda del Bien Común, a la realización de la justicia, la compasión y la liberación de los más vulnerables de la sociedad (cf. NCCB – hoy en día, USCCB, ·”Economic Justice for All,” 319 - Pablo VI, “Populorum Progressio,” 14) hace visible, pública, comunitaria, la gracia pascual trinitaria que Dios ofrece y comunica en cada momento de la historia a toda la Creación. La política, por lo tanto, es misión, con una diligencia definida e impelida por la gracia - ¡esencial a la realidad más profunda de la persona humana! (Aristóteles, “Política,” 1253ª; Sto. Tomás de Aquino, “Comentario a la ´Política´ de Aristóteles,” I, 20) – La acción política es un “acto humano” (“actus humanus,” en lenguaje tomista), es decir, emplaza a toda - ¡toda! – la realidad de la persona.

SEGUNDA PARTE:  LA “AUTORIDAD DE LOS QUE SUFREN” COMO CRITERIO ELECTORAL

“Anámnesis” (“Recuerdo, Memoria” – en su acepción más expansiva) es la palabra que define, en su realidad teológico-litúrgica más cabal, la celebración Eucarística – y esto es un punto clave – se vincula con nuestro tema de criterios electorales.

La celebración de la Pascua de Jesús es “anamnesis,” recuerdo – pero no un recuerdo nostálgico, o piadoso – Es un “recuerdo” en forma de “Símbolo Real” (ver arriba). La Pascua de Jesús se hace verdadera y realmente presente (de forma “incruenta,” como decían los catecismos antiguos) en nuestra historia, en nuestras vidas de alegrías y angustias, esperanzas y desesperanzas. Jesús se hace presente en su realidad total, divina y humana - La mejor prueba de que Jesús es Dios, Hijo, es la realidad de su omnipotente impotencia en la Encarnación. ¿Queremos prueba fehaciente de que así la religiosidad del Pueblo de Dios lo ha creído? Volvamos la vista a las paredes de nuestras parroquias, escuelas católicas – o nuestras casas – y miremos los crucifijos pendientes de las mismas . . . 

La Pascua, como recuerdo anamnético, como cultura de recuerdo y memoria, que confronta a la cultura amnésica, una cultura de olvido, nos incomoda, nos perturba, nos susurra atronadoramente en el oído la vocación de cada bautizado a ser discípulo misionero, a “recordar” y hacer presente el pasado de injusticias, de Holocaustos, de persecuciones, por la izquierdas y las derechas, de 6 millones y medio de judíos exterminados en Auschwitz y otros campos, de las incontables víctimas del  estalinismo en los Gulags, de los paredones de fusilamiento en países subsidiarios del estalinismo – nos hace evocar a los indefensos, los niños abortados en el seno de sus madres . . . Pero también nos habla de las víctimas de los racismos, xenofobias, pobreza, marginalización y humillaciones que sufren muchos por causa de, y aún dentro de, nuestras sociedades opulentas – y de aquella víctima, la más abusada, más oprimida, más depredada que ninguna (Francisco, “Laudato Si”, diversos textos) - ¡la Creación! 

“Recordar,” “hacer memoria viva y actual,” no es invención de teólogos alemanes o latinoamericanos de la extrema izquierda – En su genial e incomparable – y, según Paul Ricoeur, nunca superada – teología del tiempo - San Agustín (354-430) nos habla que el tiempo es un problema, es un enigma: el pasado ya se fue, el presente se nos escapa a cada momento, el futuro no ha llegado- San Agustín plantea (cf. “Confesiones,” Libro XI) que el pasado, como memoria histórica, y el futuro, como memoria de esperanza cristiana,  confluyen en la conciencia – ¡en la memoria! – La memoria como anámnesis nos hace presente, de forma viva e inmediata, nuestras realidades históricas – y nos sitúan frente a nuestras opciones sociales y políticas.

Johann Baptist Metz nos habla de la “memoria peligrosa de Jesús” (cf. su profético libro “La Fe en la Historia y en la Sociedad”). Los profetas rara vez dejan recuerdos gratos – su misión es perturbar, convulsionar - ¡subvertir! – conciencias - ¡y memorias! La “memoria peligrosa de Jesús” es . . .  bueno, es precisamente eso: ¡peligrosa! Es peligroso, incuantificablemente riesgoso, recordar la esencia de nuestra fe cristiana, a saber, la persona y el ministerio de Jesús de Nazaret.

¿Por qué es “peligrosa” la memoria de Jesús? Consideremos lo siguiente:

La “memoria” de Jesús es “peligrosa” porque en su persona, Jesús, el Hijo de Dios eterno, asume - ¡hace suya! – nuestras alegrías, vulnerabilidades, ansiedades, desesperos, gritos en medio de la noche. Ser buen cristiano o no depende, como ha dicho Karl Barth, de nuestra Cristología - ¿Es Jesús, el Cristo, un ente divino que se puso arriba una librea humana, para “darnos buen ejemplo,” como argumentaban los gnósticos docetas de los tres primeros siglos, es su humanidad algo disuelto en su divinidad, como decían los Monofisitas del siglo quinto - y como, consciente o inconscientemente, asumen tantos “buenos católicos” de nuestras parroquias, y otros cristianos? 

La “memoria” de Jesús es igualmente “peligrosa” porque Jesús de Nazaret, Hijo de Dios, Hijo del Hombre, como “Símbolo Real” - ¡sacramento! - del Dios trinitario, está lleno de, hace presente, y comunica la realidad más íntima de Dios. Esto es clave – desde el momento de la Encarnación, presente en la mente del Padre desde toda una eternidad, no podemos pensar en, ni hablar de Dios, ¡sin pensar en, y hablar del hombre – del ser humano! “Quién y qué cosa es (“de qué está hecho”) Dios” – ha dicho el gran teólogo alemán luterano Wolfhart Pannenberg – “está definido en Jesús el Cristo” – Para decirlo más directamente, Jesús sintió hambre - ¡de verdad! – se cansó y tuvo sed (Juan, cap. 4) - ¡de verdad! – sufrió el desgarro de la muerte de un amigo (Juan 11: 33-38) – sintió la soledad más atroz, la alienación del amor de su Padre como misterio de oscuridad incomprensible - ¡de verdad!

Más aún, la “memoria” de Jesús es radicalmente “peligrosa” porque Jesús tradujo en palabras, en predicación, todo la realidad simbólica de su persona  – predicó el Sermón de la Montaña y decretó, en su “Gran Protocolo” (Mateo 25: 31-46) el único criterio de salvación que tenemos en los evangelios: “Porque tuve hambre . . . porque fui un inmigrante . . . ” – comió con pecadores, dijo a los “buenos católicos de parroquia” de su época: “Los recaudadores de impuestos y las prostitutas entrarán por delante de ustedes en el Reino de los cielos” (Mateo 21: 31). 

En definitiva, todo esto es “memoria peligrosa”, porque exige vivir una “mística de ojos abiertos” – Rahner afirma que “el cristiano del futuro será un místico, es decir, alguien que ha experimentado algo, o no será nada” (“Investigaciones Teológicas,” vols. VII y XX) – Es la mística que parte del clamor de los Salmos, del Sermón de la Montaña; no es una mística” confundida con activismo. Es mística auténtica, porque presupone un corazón vulnerado, herido por la injusticia, por el sufrimiento de los oprimidos, intimado con el corazón de Jesús (Juan 19: 34 – cf. Pedro Arrupe. “In Him Alone is our Hope: Texts on the Heart of Christ”), un rechazo de todo (en lenguaje ignaciano) “afecto desordenado” con las obsesiones de poder y fortuna, un corazón que, libre de toda opacidad egoísta, puede discernir, con ojos abiertos y claros, las injusticias, opresiones, y marginalizaciones de las víctimas . . . 

La “memoria peligrosa” de Jesús, comprendida como “mística de ojos abiertos,” plantea, de modo radical, la “autoridad de los sufrientes”. Consideremos lo siguiente: 

1) Los sufrientes son, como dijimos arriba, el objeto privilegiado del amor, justicia y compasión de Jesús, tal y como anunció el Reino de Dios – el Reino de Dios se hace presente plenamente en la persona misma de Jesús.

2) La memoria de los sufrientes decide y define nuestra realidad humana  y social - ¡La Pascua de Jesús se define en torno a ellos, es en razón de ellos que se nos ha dado el dulce y subversivo don del clamor de los “salmos de los oprimidos” (Salmos 10, 12, 34, 72, y otros muchos), pidiendo justicia y compasión al Dios de Israel, al Dios de Jesús . . . Solamente una mística de ojos abiertos, permite discernir el clamor de los que sufren . . .

3) La “autoridad de los sufrientes” es el resplandor luminoso de la “memoria peligrosa” de Jesús – Es anamnesis eucarística y testimonio martirial – Es el fundamento de la “mística de ojos abiertos” - ¡Es el corazón riesgoso y abierto de Jesús, de su Evangelio!

CONCLUSIÓN

Ante las opciones electorales que se nos presentan, el criterio seminal debe ser, por razón de justicia y compasión - ¡por razón de la persona de Jesús, y su Evangelio! - la peligrosamente convulsiva memoria de Jesús, el estruendoso y autoritario clamor de los que sufren, y un corazón siempre en fuego de amor y justicia, definido por una mística de ojos abiertos, de ojos que puedan ver las opresiones y humillaciones, y a la vez discernir las riesgosas respuestas del Evangelio, la decisiva respuesta a la pregunta: ¿cómo nuestra opción política puede ayudar a cambiar las cosas, a dar voz a los sufrientes sin voz, a hacer audible el clamor y la súplica reprimida de los humillados? 

En definitiva, ante nuestras opciones políticas, Jesús nos exige hacernos uno con los que sufren. No encuentro mejor expresión que la letrilla de San Juan de la Cruz, en su poema “In principio erat Verbum,” escrita en la cárcel de Toledo, 1577-78:

“En los amores perfectos,
esta ley se requería,
que se haga semejante
el amante, a quien quería”

 

Sixto J. García, Ph.D.*
Professor Emeritus Systematic Theology and New Testament Studies. St. Vincent de Paul Regional Theological Seminary.

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