Por Alfredo Romagosa
Este artículo es sobre una pregunta presentada por el ministro y reformador Washington Gladden (1836-1918) sobre los Estados Unidos: “A veces nos preguntamos si nuestra nación es una nación cristiana.”¹ Mientras la realidad social y religiosa en los Estados Unidos se hace cada vez más compleja, pensamos que pudiera ser útil considerar el desarrollo de este concepto. Gladden fue parte de un movimiento a fines del siglo XIX cuando un número de líderes religiosos en los Estados Unidos trataron de tomar conciencia del rumbo social del país. Se le aplica el término “Evangelio Social” a este movimiento, y sus inicios estuvieron relacionados con la lucha contra la esclavitud. Siendo entonces este país mayormente protestante, sus voces principales fueron líderes de estas denominaciones, como el congregacionista Gladden, y el episcopal Richard Ely (1854-1943). Al nivel mundial, este también fue un período de desarrollo en las enseñanzas sobre la justicia social en la Iglesia Católica, y estas fueron aplicadas al contexto americano por el sacerdote y profesor de ciencias sociales, John Ryan (1869-1945). En el siglo veinte el teólogo y sacerdote jesuita John Courtney Murray (1904-1967) proveyó una nueva base para el pensamiento sobre la relación entre la religión y la política, no solo en los Estados Unidos, sino con impacto en la conciencia mundial.
Desarrollo Histórico
En la historia política de la civilización occidental, lo más común en la mayoría de los países ha sido el establecimiento de una religión oficial. Explorando respuestas a su pregunta inicial, Gladden rechaza esta opción para los Estados Unidos: “No tenemos ningún deseo de establecer ninguna forma de religión en nuestra tierra, pero la mayoría de nosotros quisiéramos que los objetivos y políticas del país fueran esencialmente cristianos.”² Veremos luego porqué no se estableció una religión oficial cuando se independizaron los Estados Unidos. El cristianismo en si no favorece una organización política específica, pero históricamente la mayoría de las iglesias cristianas han participado en estos establecimientos oficiales. Independientemente de las organizaciones políticas, el cristianismo ha formulado claramente sus principios sociales fundamentales, basados en el sentido de la solidaridad humana y la búsqueda de un “bien común”.
La Ilustración es un término que se utiliza para describir una etapa de la historia de la civilización occidental durante el siglo diecisiete tardío y el siglo dieciocho, y que enfatizó el raciocinio y la observación empírica. En general se considera que el pensamiento sociopolítico actual se forjó mayormente durante este período. De un modo especial, los pensadores escoceses "ilustrados" proveyeron una base importante para el desarrollo de las ideas democráticas de las nuevas repúblicas de la América.³
Los filósofos morales escoceses veían la sociedad humana y la instituciones políticas como elementos esenciales y naturales a la especie humana, y para que una sociedad funcione hay que respetar ciertos derechos fundamentales del individuo. Francis Hutcheson (1694-1746), profesor de filosofía moral en la Universidad de Glasgow, enumera estos derechos: “El derecho de cada hombre inocente a la vida, a su reputación, a la integridad y salud de su cuerpo, a sus adquisiciones por su esfuerzo honrado, a actuar a juicio propio dentro de los límites de la ley natural… dentro del cual la libertad de conciencia no es solo esencial sino inalienable.”⁴ Los principios de la dignidad humana no se originaron en este período. Se pueden trazar a las raíces de la civilización occidental y fueron reforzados especialmente con las enseñanzas medievales sobre la “ley natural”, pero a Hutcheson y otros escoceses le debemos la formulación de estos principios en un contexto político.
¹ Washington Gladden, The Church and the Nation (Springfield, Mass.: The Congregational Home Missionary Society, 1905), 4.
² Ibídem, 4.
³ Douglas Sloan, The Scottish Enlightenment and the American College Ideal (New York: Teachers College Press, Columbia University, 1971), 122-138.
⁴ Francis Hutcheson, A System of Moral Philosophy (Glasgow: A Foulis, 1755), Vol.1, 257.
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La Libertad Religiosa
Es notable que Hutcheson no especifica la libertad religiosa dentro de los derechos fundamentales, aunque se pudiera incluir dentro de la libertad de conciencia. En la práctica, la ilustración no alteró mucho la relación entre las iglesias y el Estado. En Inglaterra, recordemos que el rey Enrique VIII (1491-1547) se había declarado como cabeza de la Iglesia Inglesa o Anglicana cuando rompió con el catolicismo, y esta relación todavía se mantiene. Escocia tenía su propia iglesia nacional de orientación calvinista. Inglaterra y Escocia se unieron definitivamente en el 1707, formando la Gran Bretaña, pero la diferencia en sus religiones establecidas causaron una fricción continua.
Siguiendo la trayectoria hasta el Nuevo Mundo, Inglaterra utilizó sus colonias en la América para librarse de grupos religiosos disidentes, algunos de los cuales establecieron sus propias religiones oficiales en algunas de estas colonias. Cuando las trece colonias de Norte América se independizan, se ven forzadas a establecer la libertad religiosa en su territorio, debido a la gran variedad de grupos religiosos en estas colonias, pero con una gran mayoría protestante y un predominante sentimiento anticatólico. Aunque esto fue una decisión práctica, líderes como John Adams y Thomas Jefferson estaban convencidos de que la libertad religiosa era una conclusión natural de la libertad de conciencia predicada por la Ilustración.
En Francia, las ideas de libertad de la Ilustración se degeneraron en el caos de la Revolución Francesa, con una actitud abiertamente antirreligiosa. Esto limitó el desarrollo del pensamiento democrático en el continente, y la Iglesia Católica reaccionó con una gran sospecha hacia estas ideas, inclusive a la versiones americanas.
John Courtney Murray
En el mundo católico, el reconocer que la libertad religiosa era un derecho moral llevó tiempo. El profesor y sacerdote jesuita, John Courtney Murray, empezó a plantear este argumento durante la década de los 1940 y encontró gran oposición dentro de su Iglesia. La oposición se preocupaba de que se llegara a un relativismo en el cual todas las religiones se considerarían de igual valor. La originalidad de Murray consistió en aclarar que el individuo no tiene porqué delegar la evaluación de las religiones al Estado. El individuo puede seguir afirmando su religión (con cortesía) y dejar que su vecino también lo haga sin interferencia del Estado. El aclaró que el pensamiento político de los Estados Unidos presentaba una conclusión natural a la tradición de dignidad humana y ley natural de los pensadores católicos. Esta tradición había influenciado a las buenos principios en la Ilustración.
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La Declaración de Derechos (Bill of Rights) de los Estados Unidos no es solo una filosofía del siglo dieciocho, es más bien el producto de la historia cristiana… El “hombre” cuyos derechos se garantizan ante la ley y el gobierno es, sépalo o no, el hombre cristiano, que ha aprendido a reconocer su dignidad personal en la escuela de la fe cristiana… El punto aquí es que la participación católica en el consenso americano ha sido completa, libre, y sin reservas, porque el contenido de este consenso -los principios éticos y políticos sacados de la tradición de ley natural- son consistentes con la inteligencia y conciencia católica.⁵
La posibilidad de llegar a una conciencia común está basada en la premisa del pensamiento medieval, que hay un sentido de justicia inherente en el pueblo, por el cual están empoderados a “juzgar, dirigir, y corregir los procesos de gobierno.”⁶ Finalmente, el Concilio Vaticano II afirmó oficialmente el punto de vista de Murray en el documento Dignitatis humanae:
Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos. Declara, además, que el derecho a la libertad religiosa está realmente fundado en la dignidad misma de la persona humana, tal como se la conoce por la palabra revelada de Dios y por la misma razón natural.⁷
Responsabilidad Política
El Evangelio Social predicó que el cristiano tiene el deber de responsabilizarse de problemas de injustica o abusos en sus comunidades, y en una democracia, esta responsabilidad se puede efectuar a través del sistema político. Gladden afirma que una democracia moderna crea una nueva forma de responsabilidad social, donde los gobiernos se deben de mirar como agentes de la voluntad de los ciudadanos: “Los hombres a los cuales predicamos son soberanos - el pueblo soberano; los votantes en este país son el "poder" consagrado por Dios para organizar y administrar la sociedad civil."⁸ Gladden busca "el establecimiento y mantenimiento de condiciones sociales justas y rectas; para que no haya opresión o injusticia, y que todos tengan una justa oportunidad y que al fuerte no se le permita oprimir al débil.”⁹ En esto hay una gran coincidencia con las enseñanzas sociales católicas, reflejadas en la encíclicas papales: “Así, pues, los que gobiernan deben cooperar... [buscando] la prosperidad tanto de la sociedad como de los individuos… ya que el Estado debe velar por el bien común como propia misión suya.”¹⁰
La primera responsabilidad política es el asegurar la elección de buenos gobernantes: “El cristiano es ciudadano, y es parte de sus deberes cristianos el ver que el gobierno sea elegido sabiamente y que fielmente lleve a cabo sus obligaciones... No hay mejor oportunidad de hacer el bien que cuando se eligen individuos responsables a cargos importantes del país.” ¹¹
⁵ John Courtney Murray, We Hold These Truths: Catholic Reflections on the American Proposition (New York: Sheed and Ward, 1960), 39-41.
⁶ Ibidem, 34.
⁷ Concilio Vaticano II, Documento Dignitatis humanae, párrafo #2.
⁸ Washington Gladden, Social Salvation (Cambridge, Mass.: The Riverside Press, 1902), 21.
⁹ Washington Gladden, The Nation and the Kingdom (Boston: American Board of Commissioners for Foreign Missions, 1909), 4-5.
¹⁰ Papa León XIII, Encíclica Rerum novarum, (1891), párrafo #23.
¹¹ Gladden, The Christian Way (New York: Dodd, Mead and Company, 1877), 115.
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Gladden nos dice que las carreras políticas se deben mirar con una actitud de servicio: “Los cargos políticos no son una oportunidad para enriquecerse o aprovecharse, sino un llamado al servicio consagrado.”¹² En la misma línea, el Papa Francisco les ofreció a los miembros del Congreso de los Estados Unidos un mensaje alentador sobre el valor de su profesión legislativa:
Su responsabilidad como miembros del Congreso es el hacer posible, a través de su actividad legislativa, el crecimiento de este país como nación. Están llamados a defender y mantener la dignidad de sus conciudadanos en la incesable y exigente busca del bien común, ya que esto es el objetivo principal de toda política.¹³
Legislación
En un sistema democrático, la principal arma social es la legislación. Richard Ely nos habla de “leyes religiosas”:
¿Qué son las leyes religiosas? En los Estados Unidos ciertamente no son leyes estableciendo puntos de vista sectarios o principios teológicos, sino leyes que promueven una vida mejor. Regulaciones laborales, leyes educacionales, leyes creando parques para los niños, leyes asegurando la administración de la justicia, leyes facilitando el acceso a las cortes para los pobres tanto como los ricos- todas estas son leyes religiosas en el sentido mas propio de la palabra.¹⁴
Basado en las enseñanzas sociales de la Iglesia Católica, John Ryan nos presenta el proceso de legislación en la correcta luz positiva:
El concepto de la actividad gubernamental como exclusivamente restrictiva y coercitiva es falso y engañoso. En primer lugar, los gobiernos llevan a cabo muchas funciones que no son restrictivas, ni siquiera en estilo, como mantener escuelas, servicios de salud y de salvar vidas, bomberos, carreteras, parques, etc. y la operación de un gran número de centros de investigación e información... Segundamente, muchas de la leyes restrictivas o prohibitivas son negativas tan solo en estilo. Sus efectos son de hecho positivos, ya que aumentan la libertad actual y la oportunidad de aquellas personas que pudieran ser perjudicadas por la libertad de otros. Por ejemplo, las leyes contra la labor infantil aseguran el bienestar de los niños, y las leyes contra los monopolios tratan de aumentarle las oportunidades y el bienestar a la mayoría de la población... Cuando algunos se quejan de que las regulaciones limitan la libertad personal, a veces se trata de un grupo de personas que quieren verse libres para oprimir a otros. ¹⁵
En resumen, el cristiano está llamado a apoyar leyes beneficiosas. No tiene que hacerlo necesariamente en nombre de su religión, sino citando objetivamente los bienes que su buscan lograr. Los cristianos estamos convencidos de que la fe y la razón se apoyan mutuamente.
La Conciencia Común
Vemos que en la práctica, las sociedades modernas se van inclinando a un secularismo con pocos principios. ¿Cómo puede trabajar el cristiano en este contexto, donde a menudo hay serias diferencias de opiniones sobre los problemas y situaciones morales? Podemos hablar de la “conciencia común” del país, como el modo de pensar de la mayoría del pueblo.
¹² Gladden, Ruling Ideas of the Present Age (Boston: Houghton, Mifflin and Co., 1895), 95.
¹³ Pope Francis’s Speech to the Congress of the United States, September 24, 2015.
¹⁴ Richard Ely, The Social Law of Service (New York: Eaton and Maines, 1896), 173.
¹⁵John A. Ryan, "Erroneous Theories Concerning the Functions of the State," in The State and the Church, John A. Ryan and Moorhouse F. X. Millar, S.J., eds. (New York: The Macmillan Company, 1922), 209-210.
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La lucha contra la esclavitud empezó entre grupos religiosos en Inglaterra y luego en los Estados Unidos, y poco a poco se llegó a convencer a la mayoría en ambos países. La formación de la conciencia es el campo más amplio de acción política para los cristianos, como expresa Ely:
La Iglesia en muchos aspectos puede ir más allá que el Estado. Puede presentar ideales a los cuales el Estado pudiera llegar gradualmente; puede increpar e inspirar al Estado; puede avivar las conciencias de los individuos, tanto los gobernantes como el pueblo… Busquemos que los cristianos contribuyan a forjar lo mas posible las constituciones estatales de acuerdo, no con doctrinas o credos, sino con la vida y prácticas cristianas.¹⁶
Antes de la actividad o presión política, es necesario tratar de buscar la conversión del pensamiento moral. Para participar efectivamente en la formación de la conciencia común es necesario tomarse el tiempo y hacer el esfuerzo de informarse lo mas posible sobre los problemas de las comunidades y de los posibles conflictos, además de los argumentos morales. No se trata de dictar, sino de influenciar, de presentar posibles soluciones e ideas positivas.
La Sociedad Civil
Siguiendo el tema de trabajar dentro de una cultura pluralista, un término que puede ser útil es el de la “sociedad civil.” Esto no es un término nuevo, y se ha usado con distintos significados, pero que ha recibido un importante desarrollo en tiempos recientes. Los escritos del filósofo social estadounidense Michael Walzer han sido unos de los mas influyentes sobre este tema. Walzer define la sociedad civil como el “espacio de asociación libre y los esquemas de relación formados por grupos de familia, fe, intereses e ideologías que llenan este espacio.”¹⁷ En contraste con ideologías que le dan una función excesiva al Estado o la Economía, la sociedad civil valora las organizaciones intermedias donde se aprende a ser civil. No teniendo un poder exclusivo, los distintos grupos pueden actuar y celebrar a su manera.¹⁸ Lo bueno de esta visión es que reconoce el valor y aporte de las religiones como parte esencial de la sociedad. Si uno cree que su religión es una “buena noticia,” uno debe de tener confianza del valor de su mensaje en un foro abierto, tanto en su valor inspiracional como en los beneficios prácticos de aplicar sus enseñanzas. Encontraremos individuos con ideas religiosas muy distintas a las nuestras, pero a veces movidos profundamente por la compasión y dispuestos a cooperar hacia el bien común. Resumiendo, una sociedad civil saludable está compuesta de numerosos grupos que compiten sin amenazar, donde pueden contribuir a la formación gradual de una conciencia común. El pensador cubano Dagoberto Valdés y su grupo han contribuido de forma especial a la interpretación del rol de las iglesias en una sociedad civil:
La Iglesia es "signo" de la sociedad civil: Es decir, las iglesias, por su estilo de vivir en comunidad de personas, en la búsqueda del bien común, en la lucha por la justicia y la paz, en un estilo de convivencia fraterna, justa y solidaria, son y deben ser signo, señal, adelanto, de lo que aspira ser toda la sociedad civil.¹⁹
Las iglesias aportarían, a su vez, un ingrediente de purificación y renovación de la misma sociedad civil, de la que la Iglesia forma parte y a la que está llamada a servir como fermento en la masa, como generadora de espacios de participación , como articuladora de redes de solidaridades y servicios.²⁰
¹⁶ Richard Ely, The Social Law of Service, 173.
¹⁷ Walzer, Michael, “The Concept of Civil Society,” in Michael Walzer, ed., in Toward a Global Civil Society (New York: Berghahn Books, 2002), 7.
¹⁸ Ibídem, 20.
¹⁹ Dagoberto Valdés Hernández et al., Ética y Cívica (Pinar del Río, Cuba: Ediciones Convivencia, 2014), 303.
²⁰ Ibídem, 274.
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Conclusión
Formulando la pregunta inicial de otra forma, podemos comparar la situación actual en nuestra nación con la que había en tiempos de Gladden. El nos ofrece el siguiente criterio de evaluación: "Jesús se identificó con el débil, el pobre, el marginado… Si está fue la característica del Cristo, esta tiene que ser la característica del cristiano. El individuo, la iglesia, la nación que quiera merecer este nombre, tiene que poseer esta característica.”²¹ Sin duda que hay mucho egoísmo en nuestra nación, pero tenemos que reconocer que también se han tomado algunos pasos positivos, como los programas de Social Security, Medicare y las reformas de ayudas a la salud y de justicia racial. Los conflictos políticos se vuelven cada vez mas amargos, pero no debemos de verlos como barreras, sino como un estímulo a ser “civil” y a dialogar con respeto. El respeto y la amabilidad suelen ser contagiosos. Gladden expresa la esperanza que “es casi inevitable que cuando el gobierno es democrático y el pueblo es compasivo y bondadoso, esta compasión y bondad se han de expresar en la vida de la nación.” ²²
²¹ Gladden, The Church and the Nation, 6.
²² Ibídem, 7.
Alfredo Romagosa is the Director of Education of the Pedro Arrupe Jesuit Institute. He has also taught theology classes at the Southeast Pastoral Institute and the Lay Ministry program of the Archdiocese of Miami, and is an engineering consultant. He has degrees in Electrical Engineering from Marquette University, a Master of Science from the University of Miami, and a Master of Arts in Religious Studies from Barry University.