Por Teresa Fernández Soneira
Cada persona tiene su vocación en la vida, y en el caso de las mujeres no todas tienen que ser madres, profesionales, o presidentas de una gran empresa para sentirse realizadas. Edith Stein,1 o Santa Teresa Benedicta de la Cruz, la gran mística y mártir del holocausto, lo decía en su tiempo: “toda mujer que vive a la luz de la eternidad puede cumplir su vocación independientemente de que sea en el matrimonio, en una orden religiosa, o en una profesión mundana”, y al cumplir con su vocación, la mujer contribuye no solo a su felicidad personal sino también al progreso del mundo. Ha pasado ya más de un siglo desde que las guerras de independencia de Cuba concluyeron con la soberanía y la paz para los cubanos. Durante aquellas décadas difíciles, la mujer cubana se consagró a la lucha por la libertad junto al hombre, y desarrolló un papel digno de dedicarle estas líneas.
Nunca antes de mediados del siglo XIX, la mujer cubana había podido salir del hogar y realizar una labor independiente; las costumbres de la época se lo habían impedido. No importaba a cuál clase social perteneciera o las virtudes que poseyera, la cubana vivía sin aspiraciones pues el acceso a la cultura le quedaba prohibido ya que se pensaba era «peligroso» que realizara estudios universitarios o que profundizara en la ciencia o la literatura porque podía poner en ‘peligro su integridad moral’. En el Diario de Cárdenas del 10 de mayo de 1892, un periodista escribía: “la naturaleza ha señalado ya los deberes de la mujer, creada para el hogar, y de ellos no debe apartarse”. ¡Qué grandes prejuicios invadían a la sociedad de aquella época! ¡Cómo se denigraba y rebajaba a la mujer, su intelecto y su humanidad! La situación de la mujernegra era aún más injusta. La habían obligado a venir de África contra su voluntad como parte de las dotaciones de esclavos y se debilitaba rápidamente porque, aunque era de constitución fuerte, el esfuerzo físico excesivo que realizaba en los ingenios, en las plantaciones y en las mansiones de los acaudalados, así como los partos consecutivos, la iban degradando y consumiendo convirtiéndola en casi un animal de carga. Esta era la realidad de la mujer cubana en la época colonial.Nunca antes de mediados del siglo XIX, la mujer cubana había podido salir del hogar y realizar una labor independiente; las costumbres de la época se lo habían impedido. No importaba a cuál clase social perteneciera o las virtudes que poseyera, la cubana vivía sin aspiraciones pues el acceso a la cultura le quedaba prohibido ya que se pensaba era «peligroso» que realizara estudios universitarios o que profundizara en la ciencia o la literatura porque podía poner en ‘peligro su integridad moral’. En el Diario de Cárdenas del 10 de mayo de 1892, un periodista escribía: “la naturaleza ha señalado ya los deberes de la mujer, creada para el hogar, y de ellos no debe apartarse”. ¡Qué grandes prejuicios invadían a la sociedad de aquella época! ¡Cómo se denigraba y rebajaba a la mujer, su intelecto y su humanidad! La situación de la mujer negra era aún más injusta. La habían obligado a venir de África contra su voluntad como parte de las dotaciones de esclavos y se debilitaba rápidamente porque, aunque era de constitución fuerte, el esfuerzo físico excesivo que realizaba en los ingenios, en las plantaciones y en las mansiones de los acaudalados, así como los partos consecutivos, la iban degradando y consumiendo convirtiéndola en casi un animal de carga. Esta era la realidad de la mujer cubana en la época colonial.
1 Edith Stein (Alemania, 1891-Auschwitz, 1942), o Santa Teresa Benedicta de la Cruz, fue una filósofa, mística, religiosa carmelita, mártir del holocausto de origen judío. Fue beatificada en 1987 y canonizada en 1998 por el papa Juan Pablo II.
Pero toda esta vida sin derechos y sin poder expresar opiniones, sin voz ni voto, cambiaría radicalmente al estallar las guerras de independencia. Tan pronto como los cubanos empezaron a manifestarse en contra del régimen español, todo comenzó a transformarse para la mujer. La realidad en la que se vio envuelta al comenzar la guerra la obligó a actuar y a utilizar su potencial: en la ciudad, como conspiradora; en la manigua2, como combatiente o enfermera, y en el exilio como trabajadora incansable. De entre las miles de mujeres que he rescatado en mis investigaciones he escogido a tres para este artículo. Estas mujeres se distinguieron por su entrega al prójimo y a los ideales independentistas. Quizás no sabían mucho de dogmas ni ritos; o no habían sido educadas en la religión ni conocían los preceptos cristianos, pero su quehacer fue solidario y compasivo.
La primera, Magdalena Peñarredonda, conocida como “la laboriosa conspiradora”, era natural de Quiebrahacha3 en Pinar del Río. Implicada en una compleja red conspirativa en la ciudad de Artemisa4 durante los últimos años del siglo XIX, con la ayuda del sacerdote cubano Guillermo González Arocha5 y de otras personas de la zona, transporta víveres, ropas, medicinas y armas; planos y documentos de guerra para las tropas cubanas de Pinar del Río6 a La Habana. Los artículos son almacenados en la parroquia de Artemisa y en altas horas de la noche llevados al cementerio local y allí entregados al Teniente Coronel Emilio Laurent García. El ilustre historiador pinareño, Emeterio Santovenia7 señala en una de sus obras que «el virtuoso sacerdote y la valiente matrona […] en silencio, como las circunstancias lo exigían, secundaron con eficacia los planes […] en los campos de Vuelta Abajo».8 Era una labor paciente, arriesgada y silenciosa.
2 Manigua: en Cuba bosque o espesura. 3 Poblado en el municipio de Artemisa, provincia de Pinar del Rio, Cuba. 4 Fernando Gómez: La insurrección por dentro. Apuntes para la historia, Imprenta M. Ruiz y Cía., La Habana, 1897, p. 121. 5 El sacerdote y patriota Guillermo González Arocha (Regla, 1868- Habana, 1939), fue administrador de la Catedral de La Habana. En las primeras elecciones celebradas en Cuba en 1901, salió electo Representante a la Cámara por Pinar del Río sin haber realizado campaña política.
Sin embargo, «Lellena», como cariñosamente llamaban a Magdalena, va más allá de recolectar artículos. También se ocupa de los enfermos y heridos de la guerra. En una carta dirigida a Tomás Estrada Palma9 en octubre de 1897, le pide e informa: «deseo vea usted si el club Primelles10 puede mandarme algunas medicinas, principalmente quinina, yodoformo y bicloruro de mercurio […] para los enfermos». Se gana el aprecio del general Antonio Maceo quien le escribe: «no ignoro lo mucho que usted trabaja y ha hecho por nuestra causa, […] y que son valiosísimos sus servicios, por lo que no me cansaré de repetirle que no desmaye y siga ayudándonos». El General de la División del Ejército Libertador, José Miró Argenter, comenta también: «era valiente y perspicaz; se jugó muchas veces la vida, o por lo menos la libertad y el rango, con el paquete delictuoso metido en el seno o cosido en las ropas interiores».11
Cuando termina la guerra, Magdalena no descansa, sino que reanuda su trabajo periodístico. La valiente mujer investiga los errores e inconsecuencias públicas de la nueva República. Opina en los diarios de la época con comentarios como este: «Yo sé que 400 años no se pueden borrar fácilmente de las costumbres o del alma de un pueblo en un cuarto de siglo, pero no puedo concebir que derrotada España perduren en la República todas las maldades y concupiscencias de aquella insoportable tiranía». Lucha por la verdad y la justicia porque es íntegra y honrada. Sus batallas políticas continúan hasta el agotamiento físico, lo cual la obliga a regresar a Vuelta Abajo. ¡Qué ejemplo el de esta valiente mujer que gastó su vida por la patria y por el prójimo! Magdalena Peñarredonda falleció en 1937 a los 91 años de edad, y su sepelio se celebró con honores militares.
Fue vocal de la Junta Superior de Beneficencia y Capellán del colegio De La Salle del Vedado. En 1938 recibió la Orden Nacional de Mérito Carlos Manuel de Céspedes. Falleció en 1939 a los 70 años. Se le rindieron honores de Capitán del Ejército Libertador. 6 Provincia occidental de Cuba. 7 Emeterio Santovenia (Mantua, Pinar del Río, 1889- Miami, 1968) historiador, periodista, político y escritor cubano. 8 Emeterio S. Santovenia: Magdalena Peñarredonda y Guillermo González Arocha – Artemisa en la Revolución Cubana, Editorial Trópico, 1946, pp. 9-10. 9 Tomás Estrada Palma (Bayamo, 1835 – Santiago de Cuba, 1908) profesor y político cubano. Primer Presidente de la República de Cuba. Participó en las guerras de independencia. 10 Existían cientos de clubes revolucionarios en Cuba y en el extranjero que laboraban para apoyar los esfuerzos que se llevaban a cabo en los campos cubanos durante las guerras de independencia. 11 José Miró Argenter: Crónicas de la Guerra, El Cubano Libre, Santiago de Cuba, vol. 3,1899.
Otra cubana se distingue como mensajera y enfermera durante la guerra, y más tarde como Primera Dama de la República. Es América Arias López. Había nacido en Sancti Spíritus12 en 1857 de familia de clase media que le había proporcionado una formación religiosa y patriótica. Estas enseñanzas las llevaría a la práctica por los senderos de la caridad. Aún muy joven contrae matrimonio con José Miguel Gómez, y poco tiempo después, cuando estalla la Guerra del 1895, su esposo decide incorporarse a las filas patrióticas por lo que América va también como auxiliar de la revolución.
Participa activamente en los campos de batalla socorriendo a los mambises13 heridos, y llega a alcanzar el grado de Capitana de Sanidad del Ejército Libertador. Mantiene relaciones con familias pobres de Sancti Spiritus, y siguiendo su instinto generoso y compasivo, las ayuda con los medios que puede ofrecerles para que sobrevivan aquellas dificultades que les impone la guerra. Tanto en su ciudad natal como cuando se traslada a La Habana, América forma parte de asociaciones humanitarias; ayuda a la Iglesia católica y contribuye en obras de beneficencia. Es presidenta del Patronato de Damas del Asilo San Vicente de Paúl, y funda en La Habana la escuela de tipografía, mecanografía y taquigrafía que llevó su nombre regenteada por las Hijas de la Caridad, en la cual numerosas jóvenes cubanas se prepararon gratuitamente para ganarse la vida en las oficinas.
12 Ciudad y un municipio de Cuba ubicada en la zona central de la isla. 13 En el siglo XIX, insurrecto contra España en República Dominicana y en Cuba.
En 1909 ya es la Primera Dama del país al lograr su esposo la presidencia de la República.14 A pesar de su nueva y alta categoría, América Arias sigue siendo una persona sencilla. La escritora Reneé Méndez Capote15 la describe: «era fuerte, dulce, sencilla, cariñosa y cordialísima; inspiraba, sin embargo, un gran respeto […]; ni era ambiciosa, ni amaba el lujo, ni ponía el dinero por encima de las nobles cualidades del espíritu. Tenía las luces muy claras, como se decía entonces, de una inteligencia sólida».
Hay un proyecto importante en el que América quiere tomar parte: consagrar una iglesia de La Habana a la Virgen de la Caridad. Algunas damas cubanas exiliadas en Nueva York en los años de la guerra prometieron que tan pronto terminara la contienda levantarían un templo a la excelsa Patrona de Cuba16. Consta documentalmente en el archivo del Arzobispado de La Habana17 que en 1913 un grupo de personas de la ciudad expresaron sus deseos de dedicar en la capital un templo al culto de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.18 No teniendo los recursos para levantarlo, América Arias pensó que tal vez la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe podía ser dedicada a Nuestra Señora de la Caridad. América visita al obispo Pedro González Estrada19 en el Palacio Episcopal, le expone sus planes, y el 29 de junio de 1911 el obispo Estrada pide autorización al Papa Pío X para realizar el cambio de advocación recibiendo una respuesta afirmativa algún tiempo más tarde. Cuentan también que, en la época del período presidencial de su esposo, América salía todos los días a visitar familias pobres de La Habana para auxiliarlas económica y espiritualmente.
14 José Miguel Gómez, (Sancti Spíritus, Cuba, 1858 – Nueva York, 1921), militar de la Guerra de Independencia y político cubano, segundo presidente de la República de Cuba, de 1909-1913. 15 René Méndez Capote, (La Habana, 1901 – 1989) escritora, ensayista, periodista, traductora, sufragista y activista cubana. 16 Enrique Ubieta: «América Arias López», Bohemia, La Habana, noviembre, 1910. 17 «Por la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba»: Revista Bohemia, La Habana, noviembre 1910, pág. 494. 18 Legajo 16-A, expediente 37, parroquias. 19 Nació en La Habana en 1866. Fue elegido obispo de La Habana en 1903. Murió en Marianao en 1937.
Luego de una vida de ejemplo cristiano y dedicación a su patria, a la Iglesia y al pobre y necesitado, América Arias falleció en La Habana el 20 de abril de 1935. El día de su muerte fue de luto para los hogares cubanos.
Anita Fernández Velasco había nacido en Santa Clara20 en 1848. Sus padres secundan los esfuerzos para lograr la libertad de España por lo que Anita crece en ese ambiente revolucionario. Los trabajos de conspiración de la Junta de Villa Clara que se reúne en su casa, y el hecho de que algunos en su familia se han unido a la contienda, son la causa de que las autoridades españolas tengan a la familia constantemente en la mirilla. En 1871 una tía de Anita es hecha prisionera lo que hace que la familia se mude para la ciudad de Cienfuegos.21
En Cienfuegos, Anita se gana el sustento con el producto de sus costuras, así como educando a algunos niños. Pero uno de los padres la denuncia por ejercer la profesión de maestra ilegalmente, añadiéndosele también a los cargos el de conspiradora. Sale airosa de aquella situación y con sus clases continúa ayudando económicamente a su familia mientras que a sus alumnos les infunde el amor a Cuba. Más tarde en La Habana toma el examen para obtener el título de educadora que le conceden y funda el colegio Santa Teresa de Jesús en Cienfuegos.
Al comienzo de la Guerra de Independencia, Anita Fernández Velasco se incorpora a los quehaceres conspirativos sin abandonar su labor de docencia en el colegio. Lino Hernández, presidente del Club Revolucionario de Cienfuegos, contaba sobre la patriota: «Anita, con sus prédicas constantes, nos animaba y daba alientos en la Guerra de Independencia, como ella misma señalaba: ‘para poder enviar auxilios, tuve que vender mis prendas y cristales pues yo solo tenía mi trabajo’».22 Anita Fernández Velasco era un ejemplo viviente de lo que predicaba.
20 Capital de la provincia de Villa Clara, fundada en 1689. 21 Revista Vitral no. 48, año VIII, Pinar del Río, marzo-abril 2002. Cienfuegos es una ciudad y municipio de Cuba, ubicada en la llamada península de la Majagua y conocida como “la Perla del Sur”.
Cuando comienza la Reconcentración23, el capitán español Valeriano Weyler24 convierte un almacén en los muelles del puerto en lugar para hacinar a más de un centenar de personas. Hacia allí se dirige Anita con las alumnas del colegio y lleva a los reconcentrados comestibles, ropa y calzado. Y para que los niños no tengan que dormir en el áspero suelo de aquel lugar, transforma el hangar del muelle de La Sierra en dormitorio con los colchones de las 18 camas de su casa. Por último, con la ayuda de sus alumnas y de personas caritativas, sostiene una cocina gratuita en los portales del colegio Santa Teresa. Al terminar la guerra Anita Fernández sigue trabajando junto a otros cienfuegueros y retoma su sueño de ayudar a niños desamparados y huérfanos de la guerra. Así, en enero de 1899 funda el Asilo Huérfanos de la Patria en el que da refugio a más de 200 niños brindándoles una esmerada educación.
Una grave enfermedad le causa la muerte el 22 de enero de 1922. El mismo día del entierro un grupo de antiguas alumnas funda la Asociación Benéfica Anita Fernández cuyo trabajo propiciaría cuatro años más tarde hacer realidad su sueño: la inauguración del asilo para niñas huérfanas. Este asilo, que llevaba su nombre, quedó inaugurado en 1926 y se estableció en la casa de una antigua alumna de Anita quien la cedió temporalmente para comenzar las labores del asilo.25 El asilo fue atendido durante 36 años por las Hermanas de la Caridad.26
22 Lourdes Valdés Héctor: «Ana Fernández: una pedagoga que educó desde la vida»: Revista Vitral, no. 48, año VIII, Pinar del Río, marzo-abril 2002. 23 La reconcentración fue un método y una política utilizada por el general español Valeriano Weyler adoptada a partir de febrero de 1896 para aniquilar militarmente el levantamiento independentista cubano de 1895. Consistía en aglomerar, de manera forzosa, a los campesinos en poblados cercados con el fin de aislar a los insurrectos de su medio natural evitando que los soldados cubanos recibieran ayudas. La medida creó una situación compleja al no poder suministrar alimentos a estas poblaciones, con graves condiciones de insalubridad, hambrunas, epidemias y muerte. 24 Valeriano Weyler y Nicolau, Capitán General de Cuba (1896-1897). Nombrado con órdenes de zanjar los intentos independentistas. 25Ecos de Cuba, 1895-1898: Revista Decenal del Avisador Comercial, La Habana, Xunta de Galicia, Edición Facsimilar, 1997. 26 Para datos de las Hijas de la Caridad ver Teresa Fernández Soneira: Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, Ediciones Universal, Miami, 2018, vol. 2, capítulo 4.
La labor de Anita Fernández Velasco fue inmensa. Estaría muy satisfecha al saber que todavía hoy su nombre se menciona y su labor es recordada en Cienfuegos, como sucedió en el 2014 durante los cursos de la escuela de verano «Anita Fernández Velasco», cuando los asistentes fueron en peregrinación desde la escuela hasta la tumba de Anita para depositar una ofrenda floral como gesto simbólico de los educadores cienfuegueros a su memoria.27
Fueron muchas las cubanas que se sacrificaron por la libertad de su país y que consagraron sus vidas al servicio del prójimo. Magdalena, América y Anita fueron ejemplo de integridad, dedicación, compasión, y fidelidad a los principios cristianos. Hoy su caminar nos debe servir de exponente para contrarrestar tanto individualismo, falta de valores y de amor al prójimo. José Martí,28 el Apóstol de la independencia de Cuba, dijo de ellas: “A las mujeres fieles a la desdicha y grandeza de la libertad, a la guerra terrible y al hogar pobre, se las quiere desde las entrañas”.29 Imitémoslas.
Teresa Fernández Soneira (La Habana 1947) es una historiadora cubana radicada en Miami desde 1961. Ha contribuido con varias revistas y periódicos, y publicado varios libros sobre temática cubana, entre ellos CUBA: historia de la educación católica 1592-1961, Con la Estrella y la Cruz, historia de la Federación de las Juventudes de Acción Católica Cubana, y Mujeres de la Patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba, todos de Ediciones Universal, en Miami.
27 Miguel Albuerne Mesa: «3era. Escuela de Verano Anita Fernández Velasco en Cienfuegos», en Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, http://www.iglesia cubana.org/cocc2013. 28 Escritor, político, pensador, filósofo y poeta cubano, creador del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la guerra del 1895. 29 Carlos Ripoll: José Martí, escritos desconocidos, Eliseo Torres & Sons, Nueva York, 1971, p. 142.