“Roma” o la resurrección de Fellini

“Roma” o la resurrección de Fellini

Por Joaquín Pérez

El tema de esta premiada película mexicana, dirigida, fotografiada y escrita por Alfonso Cuarón, es ese mundo tan común en toda Latinoamérica y el Caribe en el que las mujeres que ayudan como sirvientas en las casas de las familias de clase media o alta son parte de la familia aunque, de verdad, no lo son.

Varias cosas sobresalen inicialmente en ella: no es en colores, es bilingüe, (español-mixteca, dialecto que se habla en Oaxaca y Puebla), no es una trama antigua, ni moderna, ya que se desarrolla en la Ciudad de México en los últimos años de la década de los 60 del siglo pasado; su protagonista Yalitza Aparicio (una maestra de Oaxaca que tuvo que aprender mixteca ya que no lo hablaba), no tenía experiencia previa como actriz y acudió al ¨casting¨ solamente porque tuvo que sustituir a una hermana que en el último momento le fue imposible asistir.

La industria del cine convencional atraviesa en estos momentos una grave crisis porque el público es cada vez mas renuente a acudir a los cines o a los teatros prefiriendo quedarse en su casa donde puede cómodamente disfrutar de las mismas películas unas semanas después. Ya el año pasado, en la fiesta de la Academia, las empresas digitales compitieron con Hollywood con una cinta realizada por Amazon.

Quizás intuyendo este declive de la industria del cine Cuarón ha pasado de Hollywood a una de las más importantes empresas cableras, Netflix. Además, Cuarón también produjo Roma desde su estudio, Esperanto Filmo, y tuvo el ojo de escoger a la protagonista entre cientos de aspirantes y cuando ya creía que no conseguiría la que buscaba.

Descripción del film

Cleo, joven indígena, es una de las dos sirvientas que trabajan en una casa de clase media en la colonia (o barrio) Roma de Ciudad Méjico. De acuerdo a la secuencia del film, la acción debe tomar lugar en el año 1968, año de la masacre de Tlatelolco, reseñada en la película. Entre Cleo y Adela, la otra sirvienta también indígena, con la que cuchichea en mixteca cada vez que puede, se da la dupla que mantiene a flote esa casa, compuesta por un matrimonio en crisis, 4 hijos y la abuela. Uno podría pensar que ese tema no da para mucho, que es algo como los programas televisivos de Paris Hilton o las Kardashians. El aburrimiento de lo cotidiano, y peor aún si es en blanco y negro.

Pero no es así. En ese escenario, aún cuando simple, se desarrolla un profundo drama, un tema de racismo y machismo muy peculiar o ¨sui generis¨, como el que frecuentemente se ve en nuestras familias latinoamericanas, donde los sirvientes o empleados domésticos se transforman en parte de la familia, porque participan de sus tragedias y de sus alegrías, con las que se establecen lazos de amistad y amor profundo, siempre y cuando cada quien sepa y ocupe ¨su lugar¨.

“Te cuento mi drama, pero te vas a comer a la cocina”. ¨Te dejo los niños a tu absoluto cuidado, pero como me contradigas, te grito y regaño¨. Esa paradójica dicotomía igualdad-desigualdad es manejada por Cuarón con la maestría del que la ha vivido muy de cerca. La trama de la película no tiene un final feliz, ni un final triste. Es un final ¨normal¨. Termina como debe terminar la historia en un mundo donde las cosas no son excepcionales, donde la vida transcurre con altas y bajas, pero sin estridencias.

Yalitza Aparicio, ha sido catapultada a la fama con esta cinta. Su actuación, aunque nominada, no fue premiada con el Oscar a la mejor actriz, tal vez porque la Academia no podía permitir otorgárselo a una persona que jamás pasó por las tablas, ni por la televisión, mucho menos por el cine. Mas aún, se añade el hecho de ser una película producida y financiada por Netflix y no por Hollywood; una película extranjera, en idioma distinto al inglés y dirigida por un mexicano que resulta ser uno de los cuatro directores mejicanos ya premiados con el Oscar al mejor director en las últimas ediciones de los premios de la Academia.

La película comienza con una toma de un suelo, inundado con agua y jabón, en el cual se refleja un avión que pasa. Mucho tiempo le debe haber tomado a Cuarón, en su función de camarógrafo, poder encajar esa coincidencia. Termina el film con otra toma del cielo mexicano, esta vez en directo.

Varios dramas corren en paralelo: el niño que tiene sueños premonitorios a posteriori; la esposa que trata de mantener en total secreto el rompimiento conyugal, (cosa muy difícil en una casa con tantos habitantes); el hijo, que con solo 12 o 14 años no sabe manejar la ruptura del matrimonio de sus padres; la abuela, con el toque de sensatez, coherencia y sensibilidad típicos de una abuela.

Ahora bien, el drama más impactante es el de Cleo, que a pesar del sufrimiento y la desilusión que le causa el novio machista, irresponsable, violento y mentiroso que termina siendo miembro de un equipo de exterminio ¨priísta,¨ tiene que lidiar a la vez con los problemas cotidianos que surgen de la responsabilidad de mantener la casa a flote. En medio de aquel ciclón de actividades ella tiene la presencia de ánimo de dar consuelo, apoyo y alegría a todos los miembros de la familia. Una labor titánica y cronométrica, porque cada etapa tiene un tiempo predeterminado. Desde buscar al más chico a la escuela, hasta sujetar al perro para que no se salga a la calle.

Fellini y Cuarón

El director de la cinta, Alfonso Cuarón, mexicano y primer latinoamericano en ganar dos Oscares como director, pertenece a ese grupo privilegiado que integran también Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro. Cada uno de esos tres ha obtenido al menos un Oscar de la Academia como mejor director.

Las similitudes con Fellini son evidentes: Cuarón produce una cinta llamada Roma, también lo hace Fellini, solo que la Roma de Fellini abarca toda una ciudad, mientras la de Cuarón abarca una barriada; los dos son formados en la acción; los dos surgieron desde abajo en la industria del cine y, por tanto, conocían hasta el mas mínimo detalle de su quehacer; sus respectivos estilos no pueden encasillarse en una categoría única. Si “El Sheik Blanco”, de Fellini, puede catalogarse, como parte del neorrealismo italiano, Roma de Cuarón, que tiene sus parecidos, puede ser parte de un realismo mexicano del mismo estilo que “Los Olvidados” de Buñuel.

La película “8 ½” de Fellini no es neorrealista; es Jung, es interpretación de los sueños. La película de Cuarón “Great Expectations” es la novela de Charles Dickens llevada a New York y a 1990. “Satiricón”, de Fellini no se parece en nada a su “Amacord”. Ni “Gravity”, de Cuarón se parece a su “Y tu mama también”.

Son dos directores geniales y versátiles, que aportan al cine desde una perspectiva novedosa y sin casarse con un concepto únicamente crematístico del mercado fílmico. Lo de ellos es arte. No son películas epopéyicas que atraen a millones de personas, pero atraen a su audiencia y se llenan de premios.

En los años 50 vimos el renacer del buen cine desde Italia y Francia. En el siglo XXI vemos el renacer del buen cine desde México.

Con Cuarón y Roma vemos un renacer del arte de Fellini y el nacimiento de una nueva vía para el cine de este siglo: las buenas películas en la red, las películas en Netflix.