Autor: Joaquin Pérez Rodríguez.
Cuando Florentino Azcoitia nació en la Isabela de Sagua, Cuba, nadie podía presagiar la conmoción que años después causaría en la ciudad de Miami. Tampoco estaba clara la misión de este jesuita, cuando a los 15 años entró en el noviciado de Salamanca de la Compañía de Jesús. Pero cuando en 1971, después de un periplo que incluyó a Venezuela y Puerto Rico, creó en Miami sus “Encuentros Familiares”, todo comenzó a tomar sentido.
Tino, como todos le llamaban, siempre había considerado que la familia era el centro de la vida seglar. Pero que esa empresa no era un trabajo sencillo. Muy por el contrario, establecer una familia responsable, religiosa, equilibrada, era un trabajo de años y que necesitaba apoyo y orientación.
En tiempo de exilio, el empeño de crear una familia estable era aún más complicado por el reto que significaba la nueva cultura, el idioma, las costumbres. Los “ENCUENTROS FAMILIARES” surgen de esa necesidad. Y asi comenzó la obra.
Decía Tino en esos tiempos:
“Desde el principio nos dimos cuenta que el problema surgía de un choque entre dos culturas: la norteamericana y la latinoamericana. Los padres llegaban adultos y se adaptaban a su manera, mientras que los hijos, que llegaban pequeños o adolescentes, se adaptaban también, pero de manera distinta”.
Los encuentros familiares siguen una metodología que no es compleja. Las familias y los hijos se reunen periódicamente y a veces en retiros, siguiendo la espiritualidad de San Ignacio de Loyola. Es fundamental la interacción de los miembros de la familia, de todos los miembros. Padre e hijos constituyen la unidad de crecimiento espiritual y de fortalecimiento familiar. En este ambiente, los hijos hablan con los padres, los padres aprenden a conversar con sus hijos y, buscando el auxilio de Dios, consolidan la unión mediante la oración, el intercambio en un ambiente positivo y la experiencia que fluye de padres a hijos y de hijos a padres.
Ese fue el primer logro de Tino: enseñar a los miembros de un núcleo familiar a vivir la vida común de una manera positiva y en la compañía de Jesucristo.
Pero las familias, desgraciadamente, no siempre son perfectas. Hay familias que se dividen por la ausencia de un padre o una madre enfermo, muerto, o divorciado. Pero son familias, siguen siendo un núcleo que ahora vive una situación más complicada. Para ellos, para las familias de un solo padre no habían movimientos, ni retiros, ni comunidad.
De allí surgen los “ENCUENTROS UNIPARENTALES”. En estos encuentros se emplean algunas técnicas de apoyo como son las charlas, los diálogos, películas, oración y otras vivencias personales y de grupo. Allí se les entrena para poder superar los problemas que surgen de los divorcios, de la ausencia de un padre, y que afectan a todos y a cada uno de los miembros de ese núcleo familiar.
De ese grupo básico de movimientos surgió la necesidad de crear una organización que los agrupara y, como en la tradición jesuítica existen los Centros de Espiritualidad Ignaciana, Tino no dudó en crear uno.
Los encuentros de familia habían migrado, de acuerdo a las necesidades, de un lugar a otro. Pero en la década de los 80 se logra construir una sede, en el sur oeste de Miami, que se le llamó Manresa. Es una construcción amplia, con jardines y capillas, salones de reunión, casa de Ejercicios Espirituales, oficinas y comedor.
Para mantener el nivel de formación alto, se creó “FORMACIÓN PERMANENTE” que trata de charlas formativas que van desde la oratoria hasta la psicología.
En este momento, bajo la sombrilla del CENTRO DE ESPIRITUALIDAD IGNACIANA, se ubican 12 movimientos apostólicos. Estos realizan multiples funciones. Está MAGIS que se dedica a la juventud y que surge como una continuidad de los encuentros familiares. De estos encuentros, salen los jóvenes necesitados de una espiritualidad especifica y unas actividades propias de la juventud. Estas se canalizan a través de MAGIS. IMPACTO es un movimiento que surgió fuera de la tutela de Tino, y que se unió al Centro por una iniciativa del entonces director, Juan Romagosa. Es muy parecido a los encuentros familiares en su espiritualidad y metodología, pero se diferencia porque atiende familias que tengan niños de 3 a 11 años, mientras los encuentros solamente aceptan niños de más de 11 años.
Una tragedia puede afectar a una familia cuando menos se espera. Y de esas tragedias, perder una hija o un hijo puede ser la peor. En esos terribles momentos hay que mantener la fe y hay que tomar la vida como lo que es, una incertidumbre permanente que solamente con la confianza en Dios es manejable. La compañía de personas, que hayan sufrido algo semejante y sobrelleven su situación con la compañía de Cristo, es fundamental asi como la oración y poder descargar el dolor.
Para esto surge “BETANIA” que ayuda a los padres que han perdido a una hija o a un hijo. En ese ambiente están padres que han perdido un bebé, que han sufrido la tragedia del cáncer, del suicidio, de un accidente. Gente cristiana, respetuosa, solidaria, conocedora de esa realidad porque la han sufrido en carne propia.
Cuando la tragedia consiste en situaciones de carencias, de hambre, desamparo alli está un capítulo de los vicentinos, de SAN VICENTE DE PAUL, quienes por muchos años se han ocupado de solucionar esos problemas que agobian a muchas personas. Los más sufridos, los exiliados, los indocumentados encuentran en los vicentinos el apoyo efectivo que necesitan.
Para entender el próximo movimiento agrupado en el CEI tenemos que remontarnos a año 1563, cuando el jesuita Jean Leunis crea lo que después fueron las Congregaciones Marianas, que eran asociaciones religiosas destinadas a fomentar en sus miembros una ardiente devoción, reverencia y amor filial a la Santísima Virgen María.
Durante la época post conciliar y bajo la tutela del General Pedro Arrupe, las Congregaciones Marianas se transformaron en Comunidades de Vida Cristiana, o CVX.
Las CVX son grupos de católicos en formación constante y en la práctica del apostolado. Este camino comienza con un proceso formativo, que incluye: una introducción al compartir comunitario de fe y vida, y una presentación de los documentos de las Comunidades de Vida Cristiana del Sur de la Florida, la comunidad CVX nacional y Mundial, en las cuales sus miembros han hecho el compromiso de vivir la Espiritualidad Ignaciana, como una vocación y un estilo de vida.
Durante el proceso formativo la persona puede ir discerniendo si ese estilo de vida es algo a lo cual tiene vocación y desea hacer un compromiso oficial con las comunidades del Sur de la Florida.
Para terminar esta presentación del Centro de Espiritualidad Ignaciana de Miami debemos indicar que la casa funciona para reuniones, ejercicios espirituales de dos, tres u ocho días y otros retiros.
Tino debe estar contento, su labor, ahora seguida por Marcelino García, sagüero como él, ha progresado exitosamente en medio de una gran crisis de la humanidad. La familia de esta parte del Universo puede saber que en el CEI está su refugio y su apoyo.